Juanma G. Anes
Emoji de persona encogiendo los hombros con los brazos abiertos
También de otras cosas singulares, de momentos especiales para recordar, se ha llenado la primera semana de este OCIb -Otoño Cultural Iberoamericano-, al que llamé Otoño de esperanza, un otoño en el que nuestra mirada no debe quedarse en la guerra mundial en la que vamos venciendo a la pandemia, en victoria pírrica que ha dejado y sigue dejando millones de víctimas: desigualmente repartidas por edades, pero también sesgada en lo referente a la situación social de los que han caído de los nuestros, que son los humanos de todas las naciones, sin excluir a aquellos a quienes sentimos extranjeros, extraños, que incomodan nuestras acomodaticias conciencias.
Por eso Es/cultura Liberada es un símbolo que pretende señalar el camino que va desde la liberación de la escultura, arte de las tres dimensiones espaciales, que estuvo más confinada que las demás artes, a través del diálogo con una fotografía que sobrepasa las barreras temporales, hasta la liberación de la cultura en su conjunto, seña de identidad esencial de la raza humana, y se proyecta hacia la utopía, probablemente inalcanzable, de un mundo en que todas las personas puedan sentirse libres de la plétora de demonios que nos acechan, desde fuera pero también desde nuestro propio interior. En septiembre la Sala Iberoamericana de la Casa Colón -y en octubre el Museo de Nerva, y en noviembre el CODAC de Gibraleón- piezas de arte, creadas en belleza, nos lanzarán ese mensaje con su elocuente lenguaje mudo.
La poesía navegó el sábado por la ría en feliz travesía que, a la par que traducía la esencia marinera de Huelva en clave poética, gracias a los versos de poetas de aquí y llegados del resto de la geografía española e iberoamericana, se desbordaba a lo largo de la jornada en escenas como la improvisada del Ave María de Schubert, con el que Iris emocionó en la iglesia de La Rábida; el florecer del jardín viviente en que se transformó Tarha en la playa de Punta Umbría; el beso surgido de la arcilla de Martín Lagares; las canciones de Carlos Llanes, un cantautor grande, o el dominio de las palabras con las que jugó en la noche del puerto onubense el cubano -compatriota iberoamericano por tanto- Alex Díaz Pimienta. Fue la noche de Embarcados, que hizo realidad el sueño de María Luisa de pilotar una nave que vistió de nostalgia el cartel de Miguel Ángel Concepción. Es ya mucho, pero el OCIb no ha hecho sino empezar.
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