El Malacate

Javier Ronchel

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Lo que esconde el paro en Huelva

Los datos del mes de junio han dejado a la onubense como única provincia de España en la que aumenta el desempleo, por su fuerte dependencia de la agricultura y su temporalidad

Lo que lastra el empleo en Huelva. Lo que lastra el empleo en Huelva.

Lo que lastra el empleo en Huelva. / Eduardo Parra / Europa Press

LOS últimos datos del paro del mes de junio dados a conocer por el Ministerio de Trabajo y Economía Social han sido buenos en líneas generales para Huelva, por cuanto reflejan una tendencia clara a la baja, con el número de demandantes de empleo más bajo en la provincia desde que se desencadenara la crisis por el estallido de la burbuja inmobiliaria, ya quince años atrás.

Aunque no todo ha sido positivo para el mercado de trabajo onubense. Porque Huelva ha sido la única provincia de España en la que el desempleo aumentó el mes pasado respecto a mayo, lo que evidencia algunos problemas estructurales sobre los que hay que poner el foco, aunque en esta ocasión no se hayan manifestado con la misma intensidad que años anteriores. Pero con el fin de la campaña agrícola provincial ligada a la fresa, como cada año, se repite ese retroceso recurrente a las puertas del verano.

En este punto, y viendo el comportamiento generalizado del resto de Andalucía y del país, cabe preguntarse qué números tendría Huelva ahora si el empleo no estuviera tan determinado por algunos sectores, con una dependencia que le sujeta a continuas fluctuaciones.

El vínculo con la agricultura, ya está dicho, es el más evidente. La campaña de los frutos rojos tiene un reflejo directo en la demanda de empleo en la provincia de Huelva. Para bien, en su inicio y en su desarrollo; y para mal, cuando llega a su fin, como es el último caso.

Este año, de hecho, con su duración más corta, también condicionó la estadística en mayo, como después en junio. Y eso da idea, por si había dudas, de la extraordinaria importancia estratégica del campo para Huelva, tan vilipendiado y menospreciado, pero tan fundamental para el empleo y la economía onubenses.

Si llegaran en algún momento las infraestructuras que demanda el sector sólo para asegurar su suministro de agua, seguro que la reforzada solidez de su economía tendría una mayor correspondencia en el empleo, y mejoraría un poco más los resultados que cada mes se ven en los datos del Ministerio.

En cualquier caso, pese a ese aumento del desempleo por el fin de la campaña fresera, ahora en julio y agosto, e incluso septiembre si acompaña el tiempo, llegará al rescate el sector servicios con un turismo al alza tras la pandemia, y unas excelentes previsiones en los hoteles de toda la costa onubense.

Pero en el caso de Huelva, con una tipología turística de sol y playa tan marcada, la estacionalidad es también en este sector un duro condicionante, que alimenta el corto plazo, en un breve periodo de tiempo, pero condena a la inactividad la mayor parte del año, con una obligada temporalidad, por más que el empleo se vista con esa figura de los fijos discontinuos.

¿Qué sería del sector turístico si Huelva estuviera mejor comunicada por tren, avión y carretera? Probablemente, que tendría muchos más argumentos a favor, y herramientas para romper esa estacionalidad y poder recibir visitantes que amplíen el impacto de las actividades en el empleo. No digamos si también contara con un Palacio de Exposiciones y Congresos de envergadura la capital, o infraestructuras culturales que hicieran más atractivo el destino en cualquier época del año.

El problema, también evidente, es que esa dependencia tan acusada de dos sectores tan estacionales y vulnerables a factores externos, como el primario y el terciario, no aportan estabilidad al empleo, aun con todas las herramientas a favor, ni tampoco la calidad necesaria para animar el consumo doméstico.

Sólo queda a salvo el sector secundario, que aporta solidez a la economía, estabilidad y calidad al empleo. Y también queda patente en episodios de recesión, como en la crisis desencadenada en 2008, en la pandemia o en la actual que afecta a los suministros energéticos derivada de la guerra en Ucrania, que mantiene las dudas en los mercados. Sólo los países más industrializados resisten mejor, y en ellos, las regiones y áreas donde se localizan.

Huelva parte con ventaja por el tejido industrial de que dispone. Y cuando parecía que su ciclo de vida se acercaba a su fin, ha encontrado una oportunidad extraordinaria en el desarrollo de un sector energético que en pleno siglo XXI evoluciona hacia la sostenibilidad y la búsqueda de fuentes limpias prácticamente ilimitadas.

Esta provincia tiene materia prima en este sentido, soporte y experiencia básicas, y la decisión de compañías de gran solvencia que están invirtiendo miles de millones para su desarrollo. De ahí sí vendrá una fuente de empleo extraordinaria. Será mayor durante la construcción de los diferentes proyectos presentados, pero con un poso posterior que se notará también de forma clave y decisiva en el mercado de trabajo local y en el fortalecimiento de la economía doméstica y el consumo de los hogares, que dará más vida al resto de los sectores económicos.

Los datos de la memoria de Aiqbe de 2022 reflejan cómo en total hay más de 12.000 empleos en Huelva asociados a sus industrias, cuatro más indirectos e inducidos por cada uno que se crea de manera directa, y con salarios que triplican la media en la provincia.

La alta cualificación de este empleo potencial exige una inversión decidida en Educación, tanto en la Universidad como –más importante– en la Formación Profesional, que tiene en la FP Dual un filón que debería ser inagotable. Es necesaria una formación real y efectiva, dimensionada a las necesidades y exigencias del sector en un campo en pleno desarrollo, no sólo para el hidrógeno verde o los biocombustibles, también para los aviones no tripulados, para aprovechar esa otra ventana de oportunidad para el empleo que será el CEUS en las nuevas instalaciones del INTA en Moguer.

La inversión pública es muy necesaria. La apuesta de la Administración por esta tierra, tan marcada por el desempleo y la precariedad, debe ser firme, también por la oportunidad que tiene ahora ante sí y que no debe desaprovechar por el bien de la economía nacional.

Detrás de esa inversión pública, por ejemplo, en esas infraestructuras de comunicación y del agua, de las que también se beneficiaría en gran medida el desarrollo industrial previsto, hay otra ocasión para empujar a favor del empleo local, tan necesitado de estímulos temporales y estructurales.

Esperemos que sean más los que sepan ver lo que se esconde detrás de los números del paro de Huelva, al menos porque alguien en Madrid haya reparado en la única provincia española en la que aumentó el desempleo en junio, quiera averiguar por qué y se proponga ponerle remedio. Y es tan fácil hacerlo... Y asequible... Porque aquí no se trata de gastar sino de invertir para recoger mucho más después.

Nos vemos en las urnas.

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