Los buenos amigos son como el bote de pepinillos que tengo en el frigorífico desde hace cinco años: sé que estarán ahí cuando los necesite. También son una constante los sobres de ketchup, los altramuces o el tomate frito con vida interior: amigos fastfood, de media tarde para la cervecita o amigos que pasaron a la historia porque se acabó el amor de tanto usarlo.

¿Piensas que voy a hablar de la amistad? La amistad está sobre valorada, igual que el sexo y los restaurantes caros.

Hoy quiero hablar de la planificación de la compra y organización de los alimentos en los refrigeradores de los hogares españoles, donde el número de habitantes es una variable decisiva. No es lo mismo abrir la puerta del frigorífico de una familia con hijos pequeños, que la de un soltero o la de tres estudiantes.

Ahora que han cancelado Sálvame podían rellenar ese hueco con un concurso sobre este tema tan apasionante: “Mira dentro y dime quién soy”: el concursante tendrá que averiguar quién vive en esa casa con solo ver lo que hay en su nevera.

Lo que más me gusta cuando voy a casa de alguien que tiene niños es curiosearle el frigorífico. Incluso veo el destello de luz cuando abro la puerta y asombrada disfruto de ese despliegue de alimentos, esos colores, esa abundancia. Si además son ordenados, ya es que se me cae la lagrimita: la lechuga en el cajón con las demás verduras, como debe ser, yogures de todos los colores, los huevos en su huevera, cervezas de todo tipo, fruta fresca, diferentes tipos de quesos, leche de almendra, de vaca y hasta de cebra. Mantequilla con sal, sin sal y sal de ahí que cuando llegue a casa me va a dar un bajón.

No es fácil organizar las comidas de un hogar ni hacer la compra: hay que ser organizado, previsor y hasta elegir la hora y el estado de ánimo para ello. Antes de salir de casa chequea tu nevera y tu despensa para ver lo que te hace falta. Nunca vayas al supermercado con hambre; si tienes niños, intenta no ir con ellos; haz siempre una lista de lo que necesitas y cíñete a ella. Compra productos de temporada: te hará ahorrar dinero al igual que buscar ofertas y evitar los alimentos envasados. Parece fácil, ¿verdad? Dedicamos al año 94 horas de media para hacer la compra, casi cuatro días; poco me parece.

Para mí es muy difícil hacer compras grandes porque al final siempre tiro comida. Me da mucha pena ver cómo las zanahorias van envejeciendo, encogiéndose y perdiendo su firmeza hasta terminar pequeñitas y arrugadas. No nos olvidemos de esas tristes mitades de limones, cebollas y trozos de pimiento que conviven en la nevera de solteros, estudiantes y parejas que no tienen las habilidades para medir los tiempos. Yo he llegado a tirar fiambreras a la basura porque me daba miedo abrirlas.

En definitiva, acciones cotidianas a las que no damos importancia. Así que un aplauso para aquellas personas encargadas de hacer la compra y planificar la comida de núcleos familiares de más de dos personas: heroínas y héroes sin capa.

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