Emergencia

04 de septiembre 2025 - 03:07

La política española es desde hace bastante tiempo una pura emergencia, una inestable situación cuyo equilibrio resulta muy difícil de mantener, una sensación de improvisada maniobra que flaquea cada dos por tres. Y no sólo se debe a ese choque inevitable entre los dos principales partidos – más un tercero en discordia que no hace más que incordiar -, que es lo propio de un ejercicio político cada día más crispado, que tanto alarma a muchos y que es caldo de cultivo de la mayoría de medios informativos – los del redil del gobierno y los subvencionados convenientemente – que fomentan las polémicas y ese estado de obsesiva convulsión dialéctica de la que atiborran sus reiterativos telediarios y debates.

Pero si por parte de los dirigentes, se hace de la necesidad virtud, el Gobierno aprovecha cualquier circunstancia para airear sus manidos argumentarios y sacudir el debate social, cuya repercusión en los medios parasitados por el ejecutivo logran inmediata agitación partidista. Todo ello unido a ocurrentes propuestas de difícil trámite en el Congreso, del que, en un rasgo absolutamente antidemocrático e inconstitucional, este Gobierno – que no gobierna -. quiere prescindir. De hecho, prescinde al suspender su celebración para no contrariar a sus cómplices nacionalistas y negarse a la comparecencia del presidente y varios de sus ministros. Es un rasgo de abuso autoritario de poder como las amenazas del innecesario y prescindible ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, a las CCAA que no admiten una flagrante desigualdad en la distribución de menores migrantes. Una muestra más de las inclinaciones autocráticas de las que adolece este gobierno.

En estos días y con motivo de los incendios se han recrudecido los debates, especialmente interesados e insidiosos en los tan conocidos medios afines y los de ambiguas tendencias – en las cadenas públicas una auténtica invasión - es habitual esa manía de generalizar al hablar de los políticos, cuando sabemos que unos son honrados y eficientes y otros indeseables e incompetentes. Veíamos al ministro Marlaska desviando e instrumentalizando su comparecencia con el tramposo debate pirómanos e incendiarios, como si unos y otros no fueran igualmente culpables.

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