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Como recordarán, en las vísperas de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, un editorial, La dignidad de Catalunya, fue suscrito por los principales medios catalanes. Cataluña, advertía seriamente en su final, dará la legítima respuesta de una sociedad responsable. Los autores de aquel texto fueron Enric Juliana y Juan José López-Burniol. Esta semana ambos han publicado, al hilo de la amnistía y sus asuntos, dos artículos importantes. Abyección lleva como título el de López-Burniol, en el que rememora la miserable actitud de Fernando VII quien, ciego por su interés personal, pactó con Napoleón entregando España a su suerte. Esa condición abyecta sería, para el autor, la que definiría a Pedro Sánchez si pactase su investidura en los términos que ofrece el hombre de Waterloo. Enric Juliana ha jugado también con los paralelismos. Al hilo de una referencia aislada de Puigdemont al término compromiso histórico, el periodista de La Vanguardia ha trazado, en un dramático texto con apelaciones al golpe de Pinochet y las matanzas de Yakarta, una analogía entre la actitud del ex presidente catalán y nada menos que Enrico Berlinguer, el emblemático secretario del PCI que promovió un frustrado acuerdo nacional con la democracia cristiana. Es propio del romanticismo político estas combinatorias, hacer uso del subjetivismo literario para enfrentar la realidad histórica, aunque tras este individualismo genial del romántico no es extraño que se esconda una servidumbre lírica, muy pragmática, a ciertos poderes y fuerzas ajenas. Ayer, Enric Juliana ofreció cortesanamente la fórmula, compromiso histórico, a la vicepresidenta Yolanda Díaz durante una entrevista. Entre el romanticismo lírico y el sofismo hay parentesco, pues el romántico, mediante un discurso sensualista y nostálgico –Italia, años 70– consigue distraernos de lo sustantivo, es decir, de que el señor de Waterloo dijo no renunciar a la unilateralidad y proclamó la legitimidad del 1 de octubre, antes de afirmar que España es una realidad podrida. No existe el romanticismo jurídico, por eso al romántico le molesta el derecho, en cualquier caso, esta predisposición al Ho tornarem a fer dificulta la de por sí compleja viabilidad constitucional de la amnistía. Como también dificulta el compromiso histórico que uno de sus actores confunda todo un pueblo con sus votantes y su persona. Quién puede, sin deslegitimarse, negar la esencia plural de Cataluña, tras todo lo ocurrido, y cuando ni siquiera López-Burniol y Enric Juliana coinciden ya sobre quién pisa la dignidad de esta nación.
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