El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

La deuda americana de Huelva

El Festival de Cine es el mayor exponente de la reivindicación de la provincia como puerta para Iberoamérica pero esta tierra necesita ir más allá para reivindicar su vocación histórica

Pasacalles folclórico de Iberoamérica en Huelva.

Pasacalles folclórico de Iberoamérica en Huelva. / Alberto Domínguez

Este sábado se ha clausurado la 49 edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, después de una semana de intensa programación y vida en el entorno de la Casa Colón. El año que viene se celebrará la 50, tras una trayectoria que pocos alcanzan y que todavía sigue sin ser reconocida en su justa (y necesaria) medida en la provincia, mientras fuera de ella es un evento reconocido, respetado y envidiado. Tanto como para que, hasta quienes menos participan de él cada año puedan decir con orgullo que en su tierra se hace el Festival Iberoamericano de Huelva.

El valor de esta muestra de cine es innegable a lo largo de los años. Y como todo, en su propia evolución, paralela a la del propio mundo, en el que la industria del cine no es la que era, aunque se mantenga como el producto cultural más potente que hay. Y en ese mismo contexto, y en su capacidad de convocatoria en el sector, es también la cita de la cultura en Huelva más importante en las seis décadas por las que lleva transitando. Y mejor, y más relevante, la propuesta onubense que más y mejor subraya el vínculo de Huelva con Iberoamérica, la que tiende ese imaginario puente entre los continentes americano y europeo.

Ese concepto de puerta de entrada abierta a los países iberoamericanos bien se adoptó, o cobró más sentido que nunca, cuando se hizo efectivo en esta muestra de cine. Una incipiente generación de grandes cineastas latinoamericanos, en un momento crucial para sus países, pudieron ser vistos fuera de su ámbito y considerados en el resto del mundo gracias a este encuentro anual en Huelva.

Esta ciudad fue piedra angular, fundamental, siempre reconocida y querida por su aportación en este sentido. Y aún hoy, cuando el cine hecho en Latinoamérica ha logrado un prestigio y cuenta con autores que se disputan las principales plataformas y festivales internacionales, hay jóvenes cineastas del otro lado que aspiran a pasar por Huelva, porque saben del significado y el simbolismo que tiene vincularse de algún modo a este festival, establecer contactos, conseguir que su cine se vea y optar a la estatuilla de nuestro Colón de Oro que tiene un prestigio que seguimos sin dimensionar correctamente aquí. Una puerta real y efectiva para América en Europa, como decimos.

Detrás de todo esto, más allá del cine como círculo acotado, hay una proyección internacional de enorme valor. Nunca suena tanto Huelva fuera como en este mes y estas semanas, en las que aparece en prensa, en televisión, en medios especializados, en conversaciones, con las que este rinconcito de la España peninsular sale de su habitual olvido y reaparece con ecos de grandeza.

No todo pasa por un Museo de América, aunque pueda ser una aspiración más

Proyección de Huelva y vínculo iberoamericano. Ambos de la mano en el Festival de Cine, que definitivamente merece una mayor consideración, toda nuestra atención y cuidado, y también más inspiración para otros ámbitos. Porque, seguro, si no existiera, hace tiempo se estaría reclamando la creación de un festival de cine con ese toque iberoamericano, aunque también seguro que no con la misma ambición que permitiría llegar al nivel ya alcanzado. América y Huelva de la mano, como nunca.

En estos últimos años han aparecido propuestas que apelan a ese carácter americanista de Huelva, como el Congreso Binómico de gastronomía iberoamericana, ya con notables resultados en sólo tres ediciones, o el ciclo cultural OCIb, que ofrece una programación variada y extensa durante el trimestre actual con referencias de ambos continentes. Pero faltan. Hacen falta muchos más.

Huelva mantiene una deuda con su vínculo americano que no termina de saldarse. Y hay consciencia de ella. Por supuesto, de esa historia que creó esa relación como no la hay en ningún otro punto fuera del continente americano. Y de esa reivindicación de esta tierra como embajada americana de facto, que queda en simple intención sin concreción seria.

No todo pasa por la creación de un Museo de América. No nos engañemos. Aunque pueda ser un medio más para lograr ese protagonismo reclamado. En una ciudad con un sólo museo, de rica existencia y contenido pero desconocido para la mayoría de los onubenses, y uno de los espacios culturales de su tipo menos visitados de Andalucía, podría parecer una frivolidad plantear esta opción si no hay una definición y un sustento para un proyecto que es más teórico que real. Y todavía más mientras seguimos pendientes de dar un espacio específico al espectacular patrimonio arqueológico que tiene Huelva, con opciones también de dar singularidad propia a Tartesos, de la que probablemente fuimos cuna antes del salto a América.

Quizá algún día aquí se celebren los Grammy Latinos, sobre todo cuando creamos en ello

La vía cultural es la más recurrente por factible. Y porque no deja de aspirarse realmente a un encuentro entre culturas y mundos separados por el Atlántico pero con tanto en común, y con una raíz que en tantos casos nació en esta provincia onubense. Pero hay mucho más en lo que ahondar.

Habría que empezar a abrir un espacio de colaboración y trabajo con las embajadas de todos los países americanos. Quizá, más cercano, empezar por dar sitio y aprovechar la numerosa comunidad iberoamericana existente aquí a través de personas que llegaron hace años como migrantes para profundizar en ese intercambio a través del conocimiento de sus países. Así se empezaría a tejer de forma más efectiva un vínculo que debe ir más allá de esa reivindicación sentimental.

Hay muchas opciones para el intercambio, para el encuentro, apelando a la historia, a ese flujo hace más de 500 años, que puede cristalizar también en encuentros económicos, llegada de inversiones a esta provincia tan necesitada, y con una proyección turística que puede ser también fuente de prosperidad.

Miremos a este Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y tomemos su ejemplo para saber que es posible alcanzar la meta que nos propongamos en este sentido. Y aspiremos a lo máximo, siempre con ambición pero con los pies en el suelo, con planteamientos reales que den un paso más allá de la teoría, de los apellidos iberoamericanos y de los monumentos. Quizá así los Grammy Latinos se celebrarán algún día en Huelva. Cuando tengamos aeropuerto y trenes para que lleguen los artistas, escenarios para que actúen y hoteles para hospedarlos a todos. Y más importante aún: cuando creamos nosotros mismos en ello. Aquí hay capacidad para aspirar a más y no lo debemos desaprovechar.

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