Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Zamiatin
Yo no me he casado nunca pero con uno de los cumpleaños de cualquier niño de siete años me conformo. Este tema me preocupa en demasía y no soy madre: soy una espectadora asustada que no da crédito ante este despliegue de festividades desbordantes de azúcar, animaciones y presentes.
El lugar elegido para la ceremonia de cumplir años en mi época era el salón de casa, con sus sándwiches de salchichón, mortadela y nocilla. Algún refresco, patatas, tarta, globos para decorar y después de soplar las velas nos íbamos a la plazoleta más cercana a rasparnos las rodillas con los chinos del suelo jugando a las canicas o al trompo. Por supuesto no invitabas a toda la clase, que eso es otra: invitabas a tus seis amigos y a correr. No me creo yo que el niño mantenga una amistad de cariño y compromiso con los veinticinco compañeros de clase, pero como lo invitaron a él en el último… Es la pescadilla que se muerde la cola: no puedes quedar mal como buena madre que eres.
Ahora hay locales de alquiler especializados en cumpleaños con el mobiliario necesario para reunir a los invitados, darles de merendar, parque de bolas para bajar la tarta y hasta una sala con photocall para grabar vídeos en TikTok.
Nada más llegar te dan a elegir perrito o hamburguesa, con su bebida. En una esquina habrá un carrito de chucherías durante toda la celebración, por si le da a alguno una bajada de azúcar que pueda reponerse, además de la tarta para soplar las velas y una piñata de diseño que tienes que pedir a Zaragoza para que te la haga una escultora con premios a nivel nacional con lista de espera.
Lo de conseguir que tenga hueco el animador o animadora de moda para la fecha que quieres es más difícil que pedir cita para el otorrino. También puedes llevar a un pintacaras, un mago o una cantante vestida de Frozen.
Esa madre tiene más presión que el chico de los recados del capo de la mafia siciliana, pero no se achantará ante ningún imprevisto ni negativa por parte de los colaboradores. Si hay que llorar se llora y si hace falta pedir un préstamo al banco se pide: hay que superar el cumple de Manolito.
Con las comuniones se roza el dislate: vestidos de tres cifras para la protagonista y una lista de invitados más larga que la cola del paro. Los que tengan suerte tendrán su primer móvil, aún faltándole unos cuantos años según lo que la razón y los expertos recomiendan.
Decoraciones de fantasía que ya quisieras tú para la entrada de tu casa, princesas cantando las canciones de la película de moda. Demasiados regalos y estímulos para niños y niñas corriendo como pollos sin cabeza y la madre culpándose porque el Tamagochi estaba agotado, como ella, a todas horas.
No me he casado todavía: estaba pensando en mi padre, si le pintaran la cara como si fuera un león; a mi tía Lole le pondré en el carro de las chuches los caramelos con piñones que le gustan tanto. La tía Pepi seguro que disfruta con su disfraz de princesa. Voy a llamar al parque de bolas para reservar.
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