La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Tengan cuidado... en el vagón del tren

Mientras ponemos trabas a los bares, los trenes van hacinados de pasajeros como si nada hubiera pasado desde marzo

Diez meses de pandemia, más de 60.000 muertos y en España vemos situaciones que se mantienen como si no hubiera pasado nada. No, no me refiero a la desfachatez de muchos políticos enredados en sus discusiones y batallitas de siempre, ni al carácter avieso de un Gobierno que aprovecha la coyuntura para colocar leyes sobre materias de alta sensibilidad. Es directamente reprobable que los trenes de Renfe se sigan llenando de viajeros como si disfrutáramos de la normalidad arrebatada en marzo. Si hay un transporte que es fácilmente controlable por medio del aforo es el tren. Y se puede aumentar el número de convoyes para seguir prestando el servicio en días de máxima afluencia de pasajeros, como ocurre en las fiestas de Navidad. No se entiende que los trenes de Alta Velocidad vayan cargados en plena pandemia como los autobuses de la India. Los pasajeros pegados durante dos horas y media o tres, y haciendo cola de pie en la puerta para salir desde que el tren pasa por el último pueblo. Por mucho que repartan el botecito de gel hidroalcohólico, las toallitas para las manos y nos digan que el aire se ventila (dogma de fe no reconocido por la Iglesia), es una auténtica barbaridad que raya en la desvergüenza. Todos sabemos que un vagón de clase turista es lo más parecido a un hacinamiento ordenado, pero hacinamiento al fin y al cabo, donde las muestras de relajación son por desgracia muy habituales. Bastaría con vender la mitad del aforo, pero los números no salen, claro. No podemos estar cerrando o restringiendo las tabernas, condenando los auditorios de las manifestaciones culturales al 50% e imponiendo un toque de queda, pero dejar los trenes como si no existiera el coronavirus. Ya lo dijo el barítono malagueño Carlos Álvarez en referencia a otro medio de transporte: "Voy a Viena en un avión atestado de pasajeros para cantar en un teatro con la mitad de público". Otro dato para la risa, porque siempre será mejor que llorar, es que los pasajeros de media y larga distancia no tienen derecho al botecito de gel hidroalcohólico. ¿Qué estudio maneja Renfe sobre la inmunidad de los viajeros de estos últimos trenes para no protegerlos (es un decir) como a los de Alta Velocidad? Ojo porque en Andalucía hay distancias medias con trayectos de más de una hora de duración. No hay explicación para lo que se está sufriendo en los trenes estos días por mucho que el personal lleve la mascarilla puesta, por mucho que la cafetería vaya cerrada y por mucho que no haya venta de bebidas en los vagones. Es una vergüenza. A las cosas por su nombre. Y en Navidad, pavo trufado.

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