¿Qué hace único a alguien? Cuando una persona se te viene a la cabeza es porque retienes en la memoria ese matiz que la hace distinta, aquello que genera en ti un vínculo hacia ella, ya sea de amor, afecto o incluso antipatía. Pero luego están todas esas otras personas en las que ni siquiera reparas, que pasan de puntillas por la vida, con las que te cruzas al salir del trabajo, en la empresa, en el gimnasio, de camino a casa o haciendo la compra en el súper. Todas esas, por desgracia, son hoy la mayoría y qué pena ver cómo el día a día nos come y nos convierte en pequeñas ovejitas que caminan en rebaño hacia una sociedad hambrienta de autenticidad y creatividad.

Esta semana una conversación me hizo despertar. Un músico y antropólogo con raíces onubenses, toda una eminencia por sus estudios sobre la música alrededor del mundo y, por cierto, hijo de María Isabel Quiñones (Martirio), me contaba cómo hoy en día se anteponen los patrones comerciales y establecidos a lo diferente y singular. "La sociedad ha desvalorizado la creatividad de muchas maneras. De hecho, los artistas vivimos en la cuerda floja. Estamos muy cansados de escuchar que la creatividad no es productiva, que el artista no debería inventar tanto, que es mejor repetir fórmulas del mercado... todo eso ha hecho que, poco a poco, los poetas, los músicos o la gente del cine que se atreve a innovar y a hacer cosas diferentes, estemos marginados. Incluso lo he visto con mi madre. A ella, a Martirio, le costó hacer entender que uno puede expresarse con un lenguaje nuevo. Sin embargo, estamos en un mundo en el que le hemos cedido la creatividad a la inteligencia artificial. Pretendemos que sean las máquinas las que inventen, olvidando que fuimos nosotros los que las creamos primero. Debemos buscarle el lado poético a las cosas, esa motivación, ese chispazo que encienda la creatividad y ese ángel único de un artista". Y yo, mientras lo miraba entusiasmada y sorprendida, le pregunté que cómo se hace esto en un momento en el que la inmediatez y nuestros ritmos vitales van tan disparados. "Parando el tiempo necesario para encontrar nuestra autenticidad", me dijo. "Al final, el sentido de la vida es tener esa actitud creativa a la hora de hacerlo todo. A la hora de construir música, de relacionarte con los demás, a la hora de amar, de hablar...utilizar el lenguaje siempre de una manera nueva. Ese debería ser nuestro objetivo". Tragué saliva y me puse a pensar en cuánto hacía que no estaba a solas conmigo. Sin móvil, sin ordenador y sin el ruido social que nos envuelve y nos impide mirarnos de cerca para encontrar todo ese potencial que aún no sabemos que tenemos y que el mundo necesita.

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