Javier Rodríguez

Los corruptores

Parecía que sí, pero va a ser no. Parecía hace unos años, cuando la lista de casos de corrupción en la que estaban implicados altos cargos del PP se hizo tan insoportable, cuando el propio partido terminó imputado y el gobierno de Rajoy obligado a cesar tras una moción de censura, que aquel iba a ser el punto final de la arraigada tradición de sobres, sobornos, regalos, puertas giratorias, comisiones… recibidas por altos y bajos cargos de la administración a cambio de modificaciones legislativas, ventajas fiscales, adjudicaciones en obras o servicios, indultos gubernamentales… Una tradición secular de la que hemos sabido, en el pasado reciente, han participado desde la Casa Real a distintos niveles de las administraciones gobernadas por PP, pero también por el PSOE o el partido del que es heredero el actual Junts, Convergencia i Unio. Parecía incluso, que, tras una travesía en el desierto, el PSOE ya no era el de Filesa, el hermano de Guerra o los ERE, pero va a ser que no.

Una corrupción de la que han sido protagonistas y, según vamos sabiendo, sigue siendo protagonistas, políticos de distinto signo, pero no sólo: también hemos conocido funcionarios, policías, jueces, árbitros, deportistas o periodistas que no han dudado en alterar la forma de contar la realidad en pos de lo que indicara el pagador. Parece que la lucha contra todas esas pequeñas y grandes corrupciones ha fracasado y el trabajo en pos del bien común de quienes no caen en esas prácticas se ve enfangado y eclipsado por la ambición y las malas artes de quienes sí caen.

Y me parece que, en gran medida, eso es así porque, cuando los focos se posan sobre el corrupto, el corruptor hace mutis por el foro, logrando que todos se olviden de él y, sobre todo, que no se enmienden las leyes que dictó al legislador de turno, que se le permita seguir adelante con la adjudicación fraudulenta, que pueda seguir licitando, que no se le expropie todo lo obtenido gracias a estas prácticas, ocultado debidamente en paraísos fiscales, que siga siendo considerado un honorabilísimo señor de bien que genera mucha riqueza y mucho trabajo, mientras cala el discurso antipolítica que le allana aun más el camino para todo ello.

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