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La extrema derecha de los Estados Unidos de América llama normies, de manera despectiva, al ciudadano medio de su país, un término que podríamos traducir como los normalitos en nuestro castellano y que esa extrema derecha misógina, supremacista o fascista, elijan ustedes el término que mejor les parezca para nombrarla, ve como el gran grupo de personas que todavía no ha descubierto su "gran verdad".
Aunque la extrema derecha americana desprecie a los normies, sabe que debe convencerlos, no sólo para que su multimillonario candidato gane las elecciones, si no para que su agenda racista, machista, clasista… de retroceso en los Derechos Humanos, tenga la suficiente base social como para tener el mínimo éxito. No es sólo una cuestión de ganar elecciones, es también el empeño de la industria petrolera o gasística en dinamitar cualquier intento de abandono de las energías fósiles que tantos beneficios les deparan. Para ello necesitan que "esa gran masa" vea como una amenaza cualquier intento de cambio de modelo energético, de transporte… Lo mismo ocurre con los esfuerzos por corregir las desigualdades, que implican que las grandes fortunas colaboren más de lo que lo hacen en la actualidad, en las políticas sociales: educación, sanidad, pensiones… y no sean precisamente, esos normalitos los que soporten la carga tributaria que sostiene esas políticas. Y así con todos los demás temas.
Y para convencer saben que, primero, tienen que mentir, o al menos deben ocultar parte de la realidad, así que, para empezar, fuera esvásticas, saludos romanos y referencias KKK, que todo eso asusta a los normies. Después esa mentira se elabora un poco más, inventando, al puro estilo del ministro de propaganda nazi Goebbels, un relato en el que abundan las conspiraciones judeo-masónicas financiadas por magnates de todo tipo y acusando a todos los demás de usar unas técnicas de control, manipulación… que conocen bien, por que son las que ellos usan.
Finalmente, frente a los consensos ya ganados por la sociedad, ellos se abonan a una particular versión de la incorrección política y cuestionan, desde ahí, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la lucha contra la violencia de género, contra el cambio climático, contra la mortandad infantil o contra la pobreza.
Son muchas las cosas que logran exportar los Estados Unidos de América, ojalá nunca logren exportar este modo de hacer política.
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