Confabulario
Manuel Gregorio González
Zapater y Goya
Sí, el Congreso del Miedo, pero un miedo brutal y diría que poliédrico porque su origen está gestado desde diversos caminos para concentrarse en una única dirección que retrata el desvío moral del servicio público que ha de ser el ejercicio honesto de la política y que debe ser consustancial a los principios éticos y valores de respeto a los ciudadanos. Por eso hablo de miedo porque estos requisitos de rectitud se han ido rompiendo conforme se fue configurando el “sabor” del Poder en los entresijos de los componentes de aquello que anticipadamente Rivera, si el de Cs, calificó como el “Plan Sánchez” en el que afirmó: “Es un mal plan para las familias españolas… un buen plan para sus amigos y socios…” y en esas estamos.
Por ello, en este Congreso -adelantado, por cierto, casi un año- aunque la escenografía marque lo contrario y su finalidad sea de celebración y resultados formales, que quizás no reales, a la “búlgara”, habrá miedos notorios en los oradores que echarán mano de los estereotipos habituales: bulos, fango, nada,... para encubrir la ausencia de argumentos que solapen, por una parte, el recuerdo regenerativo con el que llegaron al Poder y el miedo a la espada de Damocles justiciera que pende sobre el sanchismo y sus entornos, a día de hoy y que solamente los aforamientos e investigaciones van aplazando.
Por otra parte, miedo a las declaraciones testificales en las que no se puede legalmente mentir y en los imputados demostrable por el uso constante del silencio ante las preguntas de los jueces, en una estrategia incomprensible puesto que “nada teme quien nada debe”. Sin embargo desde la tribuna de oradores algunos se explayarán en un alarde de superación didáctica que pueda disimular su falta de veracidad.
A ello, debemos añadir, el pánico compartido con los asistentes, de quedarse cortos en las loas al “jefe supremo” ya que su pulgar hacia abajo significaría la aniquilación política del señalado. No hay distinciones o se someten al servilismo y se olvidan las discrepancias con el líder o no hay futuro y lo más patético, quien intenta actuar honestamente, aún con errores tácticos, también es descabalgado, aislado y, obligado a irse. ¿Les suena Lobato?. Sin pleitesía, no hay sitio, les sonará también, la ausencia de F. González ¿o no?. Entre todo ello, los delegados, eufóricos y aplaudidores, se afanarán en hacerlo cuando se les interpelen diciéndoles: ¿cómo se puede entrevistar o creer a un delincuente?, pero nadie instalado en la objetividad se preguntará: ¿había que creer a Bárcenas, hay que hacerlo con Puigdemont, con los filoetarras de Bildu…?.
El miedo es libre, la euforia blinda, la egolatría del líder es inmensa y sus “cambios de opinión” perfectos, pero al día siguiente, llegarán nuevas citaciones judiciales y volverá el miedo a perder el Poder.
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