Un cónclave choquero

Una vez resuelta la incógnita de quién sería, y de donde sería, el nuevo Papa, he indagado sobre los vínculos con Huelva de León XIV. (¡Mucho cuidado con no decir León 1.4, que podemos irnos a un modelo de Seat turbo diésel, con motor de 110 caballos, y nos liamos!). Y me paro por un momento y pienso: si en Huelva tuviéramos la Ciudad del Vaticano, ¿cómo sería de diferente a la actual? ¿Y la efeméride con respecto a la elección del Santo Padre?

Muy probablemente, el presidente del Consejo de Hermandades de Huelva, Toni González, sería un perfecto camarlengo, y el cónclave se realizaría en las Cocheras del Puerto. Previo a su encierro, los cardenales se asegurarían de un perfecto aprovisionamiento de pescado y productos de la tierra en la plaza, y alimentos no perecederos en el Mercadona del Molino de la Vega. Y también antes sería incuestionable la parada también en Papel Copy para así dotar de bolígrafos y materiales varios a los electores.

El tiempo que durase el cónclave estaría amenizado en las calles del Centro por los campanilleros de la Cinta, acortando así la espera de la tan ansiada fumata blanca. Y la chimenea, sin duda, estaría colocada en la barriada de la Navidad. ¡No me sean mal pensados!, porque la finalidad no sería otra que evitar la confusión con el humo negro de otras chimeneas.

Una vez la fumata indicase que había consenso, se retirarían los campanilleros para darle empaque al acto. La banda municipal, perfectamente uniformada para la ocasión, con don Francisco de la Poza a la batuta, tomaría el mando entonando Nerva, La Punta er Sebo alevanta, Mi Huelva tiene una ría… entre otros grandes clásicos. Sin lugar a dudas, el mensaje no podría comunicarlo otra persona que no fuera doña Pilar Miranda desde el balcón del Mandala. Con el barrio de Las Colonias, Cárdeñas y parte de la Vega Larga a sus pies esperando impaciente la noticia.

Los cardenales, por gentileza del empresario José Luis Pereda, lo presenciarían desde los tendidos 1 y 3 en sombra del coso de La Merced. Pili asomaría desde el Mandala semejante a como asomó Simba cuando fue presentado sucesor de Mufasa. En el momento de anunciarlo, en lugar del habitual latín “Habemus Papam”, Pili esbozaría en un perfecto andaluz hacia el mundo mundial: “Aquis’tayá”, coronado con el habitual “¡Viva Huerva!”. Y nuestro sería siempre el Papa.