Todas nuestras ciudades se preparan para entrar en el periodo de “hiperconsumismo” más virulento del año; solo en el denominado Black Friday participaremos el 84 % de los consumidores españoles, gastando como media 240 €, y después vendrán las navidades. Si el estado de conservación de nuestra naturaleza o la inestabilidad de nuestro clima realmente nos preocuparan, estos periodos de sobreconsumo serían cosa del pasado, pero no, nada más lejos de la realidad, vuelven cada año. Cualquier persona con algo de criterio coincidirá conmigo en que la cantidad de residuos y de emisiones de gases de efecto invernadero que vamos a generar supone subir otro peldaño para el eco-suicidio colectivo; sin embargo, 9 de cada 10 de esas personas seremos coparticipes.

Sé que suena reiterativo anunciar el daño que se nos viene ante cualquiera de estos períodos de desmesura, pero antes de tacharme de aguafiestas permítanme pedirles que se pregunten conmigo cuál es la causa de esta propensión, ¿es un problema de conciencia, de manipulación y cautividad social ante el sistema, de falta de alternativas?

El placer que provoca comprar hace que estemos aferrados a esta cultura de usar y tirar, de comprar sin necesidad y sin reparo, y para mi desesperanza es algo que los jóvenes que nos siguen han copiado. La incorporación en las escuelas de discursos ambientalistas, o incluso las campañas gubernamentales y privadas para crear una conciencia común que frene el cambio climático no acaban de tener éxito, y no hay tiempo. Si la educación no está consiguiendo incorporar en las nuevas generaciones una praxis de responsabilidad con el medioambiente, vuelvo a preguntarle, a preguntarnos, ¿Qué está fallando? ¿tan cautivos estamos?

Las respuestas a esas preguntas tardan en llegar, y a veces, ya son sólo un lamento, ¡qué ocurre que no somos capaces de revertir el pertinaz modelo capitalista que nos lleva a la extinción! Y así, sin remedio, seguimos acrecentando el problema. Les pido que mientras encontramos la solución, la medicina que cure el despilfarro, aférrese al No Comprar como la mejor respuesta, la única válida. Imitemos lo que hicimos para salir vivos del COVID 19, el Estado nos exigió quedarnos en casa y desde la conciencia y el miedo lo hicimos, hasta que llegó el remedio y el entendimiento. No Comprar, no participar.

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