Qué tiempos en los que ganar casi siempre y liderar la tabla era un drama bien sembradito; curioso que ahora empatar o perder y ver al líder con catalejo sea normal, “sea fútbol”; a ver si es que aquí antes jugábamos al críquet y no lo sabíamos. No, nadie me tiene que convencer de que ascender es complicado; si, a diferencia de otros, ni el año pasado lo veía como un paseo menos lo iba a ver así en éste; es de cajón y se dijo, pero de ahí a aceptar que en la antigua Tercera al Decano le saque 15 puntos el primero… Mire, en mi barco, no. Que igual mi barco es una piragua, pero bueno. Los discursos están muy bien pero aquí no hay secretos: logren el objetivo -aún pueden-, asciendan, que para eso han venido, y serán aplaudidos. No hay más prueba del algodón.

Y, en otra índole, ahí lo tenemos: probada la mafia de ese club que siempre jugaba con red, que hablaba de manos negras y de ser modelo, que ya en tiempos adoró al dictador Franco (les salvó de la ruina y por eso le otorgaron no sé cuántas medallas) mientras presumía ser resistencia contra él, que hace poco apoyó un golpe de estado (poquita cosa, ¿verdad?), que tuvo jugadores que apañaban negocios ¡mientras jugaban! con el mismísimo presidente de la RFEF (luego queremos que ésta sea firme con la historia y con las fechas, ja), con gente que acusaba a España de ser un estado fascista (menos para cerrar acuerdos con la capital del ‘estado opresor’, claro, que la nueva Davis no se pagaba solita) y que era muy independentista los martes pero muy españolita los miércoles para poder ir a Eurocopas y Mundiales.

Sí, ahí están: untando durante años a un alto mando arbitral para dominarlo todo: ‘valors’, ya; siempre lo mismo. Lo dijimos: poner ciertos discursos frente a un espejo, mata. "Hay otros que también lo hacen"; mire, pues si lo hacen y les pillan que les hagan desaparecer. Pero ahí están ellos, de momento y como siempre, impunes tras cochinillos, incomparecencias coperas, palancas, favores, influencias y demás. Igualito que en Italia. Y el resto de clubes (¡ay si hubieran descubierto eso del Sevilla, Madrid o Murcia!), calladitos. En la cobardía irá toda merecida penitencia. Como merecido tendremos aquí pasar unos añitos más en el sótano si no espabilamos ya.

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