Papas con choco
Vaya lío con las inauguraciones
Si Filípides levantara la cabeza se quedaría boquiabierto al ver a miles de personas corriendo por puro gusto. Él no lo hizo por afición ni por mejorar su marca personal, lo suyo fue una hazaña desesperada: recorrió la distancia entre la llanura de Maratón y Atenas, unos 40 kilómetros, para anunciar que los persas habían sido derrotados: “¡Nenikékamen!” —¡Hemos vencido!— gritó al llegar, y acto seguido cayó muerto del esfuerzo.
Ésta es la versión más popular de la historia, pero según Heródoto, historiador griego, Filípides, corredor profesional mensajero del ejército, no corrió de Maratón a Atenas, sino de Atenas a Esparta, unos 240 kilómetros con el objetivo de pedir ayuda contra los persas antes de la batalla. La leyenda de que corrió desde Maratón a Atenas para anunciar la victoria aparece más tarde; parece haber sido una especie de embellecimiento patriótico o literario de los hechos.
Sea cual sea la historia verdadera, de ahí salió el nombre de la prueba que hoy llamamos maratón. Aunque la versión moderna se estira un poco más: 42,195km, por un capricho de la realeza británica en los Juegos Olímpicos de 1908, que quiso que la carrera empezara frente al castillo de Windsor y terminara justo bajo el palco real.
¿Pero en qué momento pasamos de andar por necesidad a andar por placer, por reto o por el simple hecho de decir “yo estuve allí”? ¿Qué sentido tiene ese impulso humano de ponerse en marcha y de medir la vida en pasos o pedaladas?
Fabio Belnome, catalán de 34 años, emprendió el pasado mes de marzo un viaje que lo llevará a cruzar 22 países en tres meses hasta Japón conduciendo un Fiat Marea del año 98. Marta Vázquez, una joven onubense solidaria, ha recorrido en bici durante ocho meses los 8.000 kilómetros que separan Huelva de Estambul para recaudar fondos y reforestar la sierra de Huelva. Nacho Dean, explorador y aventurero malagueño, fue el primer ser humano en dar la vuelta al mundo a pie y unir nadando los 5 continentes, en solitario y sin asistencia.
Yo no entiendo nada: si ya sufro cuando voy a un hotel y la almohada no es muy buena, no me quiero imaginar tener que dormir en un coche o en el sofá de alguien que no conozco. Perdona, pero la superación personal está sobrevalorada, aunque afirmen que te cambia la vida: desafíos físicos y mentales que desnudan fortalezas y vulnerabilidades… Voy a hacer el camino del Rocío este año en patinete, a ver qué aprendo.
“No siempre se camina para llegar, a veces se camina para encontrarse.” ¡Feliz jueves!
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