Nunca me gustó mucho ese cartel estadounidense en el que el Tío Sam apunta con el dedo a los jóvenes y les dice "I want you" para que se apunten a la guerra. Samuel Wilson existió realmente. En 1812 era el proveedor de carne del ejército norteamericano y los soldados llegaron a estimarlo en gran medida porque sus envíos comportaban la alegría de poder comer algo mejor. Quizás por eso, durante la primera y la segunda guerra mundial, su imagen alegórica fue utilizada profusamente como un recurso propagandístico para conseguir aumentar el alistamiento voluntario. Con su edad avanzada, su sombrero de copa, su vestimenta que recordaba los colores de la bandera y su mirada penetrante apelaba a ese espíritu patriótico que se supone que todos llevamos dentro y que, en ese caso, debía expresarse a través de las armas. Nunca me gustó mucho, como digo. Pero, en estos días, me ronda la cabeza y pienso si no sería bueno que tuviéramos también en España un Tío Manolo que viniera a despertarnos, de algún modo, las fibras sensibles del patriotismo. Fantaseo pensando si este tío nuestro debería llevar boina o sombrero de ala ancha, si vestiría una levita o una chaquetilla corta y si podría apuntarnos con su dedo firme y arrugado para decirnos "Te quiero": no para tomar las armas, sino para construir un país mejor.

Sí, el Tío Manolo debería ayudarnos a encontrar a los patriotas españoles. Patriotas que paguen sus impuestos para que las cosas funcionen y no anden trampeando y eludiendo al fisco. Patriotas que devuelvan lo que se les prestó para rescatarles de la ruina y contribuyan ahora, con sus altísimos beneficios, a ayudar a la ciudadanía que antes les socorrió. Patriotas que no aprovechen la crisis y la inflación para ganar dinero a destajo especulando y subiendo los precios. Patriotas que apuesten sin reservas por una educación y una sanidad públicas, que son las únicas que verdaderamente llegan a todos y nos salvan de las pandemias. Patriotas que paguen las horas extras y sean capaces de empatizar con otros patriotas, aunque estos tengan una distinta definición para su patria. Patriotas que renuncien al engaño y a la demagogia y apuesten por la verdad y la sensatez, dispuestos a poner en riesgo sus intereses individuales o de partido con tal de defender los colectivos y que renuncien a un puñado de votos si, a cambio, demuestran su honestidad y su bonhomía. Patriotas más preocupados por las personas que por la integridad de las fronteras y que no duden en rectificar, cuando haya que rectificar, por mucho que su imagen se perjudique. Patriotas dispuestos a preservar nuestro planeta para las generaciones futuras y a defender la libertad de todos y los derechos inalienables de la gente. Patriotas que defiendan el mecenazgo, la cultura, la ciencia y la investigación. Patriotas solidarios, en fin, convencidos de que solo la justicia cohesiona y fortalece la sociedad.

Definitivamente, Tío Manolo, "I want you".

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