Brisa carmelitana

17 de julio 2025 - 03:05

La Virgen más marinera de todas navegó ayer por las aguas de nuestra costa onubense. La procesión dejó una estela azul y blanca que, de la mar a la ría, señaló el mejor camino de la devoción mariana de un pueblo.

La imagen de la Virgen del Carmen en el altar, en la playa, portada en andas o surcando en barco nuestras aguas, siempre es para nosotros el reflejo y la luz de una devoción con la que nacimos y en la que Ella nos prendió en sus amorosas y saladas redes de amor maternal.

La tradición de esta devoción mariana tiene su centro de vida y admiración allá en lejano Monte Carmelo, en Israel.

Hoy viene a mi larga memoria de años, la mañana en que subí a esa colina junto al Mediterráneo, muy cerca de la bella ciudad de Haifa que aparecía en el horizonte llena de fulgor y encanto.

Allí en lo alto del monte se encontraba la blanca iglesia del Stella maris y dentro en el centro del altar la figura de la Virgen del carmen, sobre un pedestal de cedro del Líbano, con el niño en su brazo izquierdo y un gran escapulario en el derecho. Mis ojos se extasiaban ante la imagen mariana más marinera de todas las advocaciones.

En lo alto de la iglesia carmelitana la cúpula lucía esplendorosa, mostrando las pinturas del episodio bíblico del profeta Elías arrebatado en un carro de fuego.

El significado del Escapulario, como signo de esperanza y salvación, era obligado adquirirlo para satisfacción espiritual.

Allí tomé uno de ellos y se lo traje a la Virgen del Carmen, siendo presidente de la Real Sociedad Colombina Onubense, y que hoy lleva en su mano la imagen carmelita de la Comandancia Naval de Huelva.

Bajo la iglesia, la gruta de Elías el profeta nos hace meditar sobre su desaparición de la tierra, marcándonos el paso de santos carmelitanos españoles como fueron Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Cuando abandona el Monte Carmelo, el monumento a la Inmaculada, en el exterior, nos recuerda a la Patrona de nuestra Diócesis.

El verdor de los árboles y el azul del mar nos despiden bajo la devoción a la Virgen marinera.

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