La batalla del PP

La implosión que se ha producido en el PP debe servir para regenerar definitivamente el partido

Como decía aquel, todo es para bien. La implosión que se ha cometido dentro del PP debe servir de utilidad para regenerar definitiva e íntegramente el grupo político. Esta semana se ha retransmitido en directo, cual Sálvame, sus odios interrelacionados. El Triángulo de las Bermudas está formado por tres vértices: Pablo Casado, con Teodoro García Egea, el hombre que dice "eso lo decido yo", "yo ceso", "yo, pongo"; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, e Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, y a su diestra, Miguel Ángel Rodriguez. En medio de ese triángulo, los votantes atónitos por una larga guerra interna implosionada, al fin. Por una filtración, siempre interesada para que caiga una cabeza o la otra, las salpicaduras han llegado hasta Moncloa donde hay un aliado en el que ha confiado Pablo Casado, quien parece que gobierna para satisfacer las direcciones de su principal enemigo, Pedro Sanchez. Si Pedro le acusa de que tiene un partido corrupto, Pablo se lo cree y hace la limpieza. Si le dice que no pacte con Vox, él no pacta. Si Ayuso es la única que le hace temblar a Pedro, Casado, se la quiere cargar. Hay un nombre, al menos inquietante, dentro de ese triángulo que ha hecho saltar todas las alarmas: Ángel Carromero. Un hombre de los que trabaja en la trastienda bajo las órdenes de Casado y Teodoro, colocado estratégicamente a la derecha de Almeida. Carromero, al que dimitieron la misma tarde de autos por posibles encargos de espionaje del PP contra Ayuso, fue condenado en Cuba por homicidio imprudente, por accidente de trafico de Oswaldo Payá, dirigente de la oposición cubana. Carromero fue acusado de financiar ilegalmente a la oposición cubana. Casado le libró de ser condenado a una veintena de años en la cárcel . A Carromero le habían retirado el carnet de conducir por acumulación de multas, y así un amplio currículum que retrata a una persona que difícilmente podría formar parte del equipo tan ejemplar que exige Casado. En defensa de Ayuso, Aguirre, Cifuentes o Cayetana: todas víctimas de Egea-Casado. Preguntaba hace poco Aznar ¿para qué quería llegar Casado a Moncloa? Este suicidio político ha sido para bien. Para que el PP tenga como líder a una persona que atiende al mandato de sus votantes que le apoyan en masa. El PP ha demostrado que sabe hacer perfectamente de oposición, pero se han equivocado contra quién ejercerla. Todo es para bien.

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