El zurriago
Paco Muñoz
Me dais asco casi todos
Hace unos días salió Caye de titular y marcó Villar. El domingo salió de titular Villar y marcó Caye. Josiel -vaya partido el suyo- tuvo esa clarísima que mandó al limbo pero después filtró un pase perfecto que, aún más perfectamente, dejó en bandeja Díez para que el de Isla nos dejara comprando Lizipaina durante toda la semana. El fútbol tiene ese componente incontrolable que, y lo creo firmemente, encierra menos azar de lo que parece. Lo comentaba con unos amigos el domingo: si en Córdoba hubiéramos aprovechado una de esas contras claras del tramo final se hubiera hablado del inteligente partido del Decano y no de la mala segunda parte. Si Arjona no hubiera metido aquel misil en la escuadra frente a El Ejido, cuando la guillotina estaba ya junto al cogote de Abel, sabría Dios cómo estaríamos hoy. Y ya ni hablamos de si Garci, jugador del Cacereño cuyo nombre quedará siempre en nuestra memoria, no hubiera despejado hacia atrás con el estómago, el hígado, la cadera o lo que fuera aquel balón tan sencillo de Peter. Pero, para todo ello, había que estar ahí, había que saber pegarle bien al balón o encontrarse en el sitio exacto en el momento justo, provocar el fallo… Nada cayó del cielo.
Ganar es siempre (sí, hasta en ciertos campos de 3ª o 2ª RFEF) tan complicado que, desde hace mucho, a mí se me quitó la tontá de pedir jogo bonito o no sufrir. Yo lo que no quiero es sufrir al mirar la tabla los domingos por la noche. Del primer segundo al minuto 94 -o el que sea- de cada duelo, como si me pasa un tren por encima si en el 95 yo río último y río mejor. Y es más fácil reír y sonreír con los tres jovenzuelos (más Rahim) que cada día siguen creciendo en defensa, o viendo a De La Rosa y Del Pozo cabalgando arriba y abajo hasta que acaban reventados, disfrutando con los pases entre líneas de Domínguez que, a mi juicio, tuvo ante los gaditanos su mejor partido del curso –lástima de aquel balón a las nubes- o con Alcalde que, estoy seguro, volverá a dejarnos con la boca abierta noventa minutos seguidos porque sus botas tienen lo que no tienen otras. Ojito que a Abel le empieza a salir el plan de nuevo. Creo que no tanto como el año pasado (me parece que había más fundamento entonces) pero hay quien entona eso de ‘Yo era ateo… pero ahora creo’, que diría Tangana. Y a comer perdices mientras se pueda.
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