Se apaga una luz

Ahora que 'Claves' desaparece, hay que reconocer que la tarea de Pradera y Savater, que ha bordeado lo heroico

En la España democrática, tras el franquismo, el mundo editorial mostró continuidad y fortaleza, con buenas empresas y suficiente diversidad de criterio a la hora de elegir los libros que los lectores necesitaban. Otro tanto se podría añadir de la prensa diaria: casi todo el espectro ideológico estuvo cubierto y durante años hubo noticias y páginas de opinión para satisfacer y estimular los gustos más variados. Sin embargo, dentro de esta faceta destinada a facilitar al público medios de reflexión y análisis, se notaba un vacío en el campo lo que podrían llamarse revistas de pensamiento crítico. Cualquiera que viajase a Francia, Italia o Inglaterra, captaba al acercarse a determinadas librerías y quioscos, la abrumadora serie de títulos que se ofrecían de revistas de debate, combativas, con su repertorio de propuestas para los nuevos tiempos. Este tipo de publicación había llenado, en el mundo de la cultura desde el siglo XVIII, un espacio particular, intermedio, entre el libro acabado y el artículo periodístico de opinión, obligado a una fatídica premura. Una revista rompía con la improvisación del trabajo de prensa y, a su vez, experimentaba con reflexiones que, una vez discutidas, podían convertirse en libros. Desempeñaba, pues, una función menos llamativa que el libro y el diario, pero, dentro de su difusión minoritaria, articulaba un buen método de transmisión de ideas. Es decir, servía de discreto alimento a una opinión pública más callada, pero, a veces, de mayor influencia en la vida intelectual. Consciente de lo que representaba la carencia, en España, de tal medio de exposición y debate, en 1990, Javier Pradera fundó Claves de Razón Práctica, acobijada bajo el paraguas de El País y la dirigió, junto a Fernando Savater. Este último asumió su dirección en solitario, en 2012, tras la muerte de Pradera. El necesario papel que sus directores se propusieron ha sido cubierto, con sabiduría y atrevimiento, en estos 30 años, sin aceptar ninguna de las tentaciones acomodaticias surgidas en tan largo trayecto. Y sin olvidar, ni en un solo número, la labor de iluminaria comprometida, expuesta desde el primer número. Sin descanso, recurriendo, sin sectarismo, a las mentes más lúcidas, cualquiera que fuese su territorio, desde Claves de Razón Práctica, se han afrontado todas las cuestiones palpitantes de estas tres décadas. Ha sido una obra discreta en apariencia, pero, ahora que Claves se apaga y desaparece, hay que reconocer que la generosa tarea de estos dos intelectuales, Pradera y Savater, ha bordeado, desde la trinchera del saber, los límites de lo heroico.

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