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Leopoldo Ignacio Sánchez Pallarés

Tras el antifaz azulina

14 de abril 2012 - 01:00

NO deja de ser presuntuoso y comprometedor, dejar constancia sobre la identidad de la persona que cada año, acompaña a sus titulares en estación de penitencia. Pero la amistad que nos une, y la singularidad de esta tremenda manifestación de amor y adhesión hacia la Madre de Dios, en su advocación de Victoria, y Jesucristo, en la de la Humildad ante el desprecio de Herodes, hacen que una vez concedida la venia, quiera y pueda compartir con todos los lectores esta particular reflexión. Cuatro décadas de vida consagrada como Teresiana, es la particular carta de presentación de esta hermana de la Victoria. De estos cuarenta años, los últimos doce, y siempre que sus obligaciones religiosas y su salud se lo permiten, acompaña cada Miércoles Santo el procesionar de la Hermandad de la Victoria por las calles de Huelva. Al principio, solo como una ferviente devota más, perdida entre el ramillete de fieles que acompañan sin descanso el caminar de Jesús de la Humildad, y de la Virgen de la Victoria, escuchando y compartiendo las súplicas y las plegarias de sus hermanos. Finalmente, los últimos años, vistiendo la túnica blanca y el antifaz azulina de su hermandad. Un claro ejemplo de que la piedad popular, es mucho más que una manifestación colectiva y abierta de un hecho religioso trascendente y natural, donde puede tener cabida el testimonio sencillo y directo de toda una vida consagrada a Dios. No deja de ser lógico que sus padres, en tierras extremeñas, desde la infancia le inculcasen el especial fervor y la devoción hacia Dios y su Madre, con el carisma y el talante cofrade.

Por más que sus achaques, sus dolores, la enfermedad que cada día camina junto a ella, e incluso sus necesarias dosis de insulina se empeñen en lo contrario, a esta querida monjita le sobra vitalidad, energía, entusiasmo, optimismo, en todo lo que dice, vive y hace.

Su inseparable guitarra, es como una prolongación de su propia anatomía, y es fiel acompañante de sus escritos, canciones, reflexiones, poemas y oraciones todas ellas dedicadas a sus Sagrados Titulares y paridas con especial sentimiento y devoción. Su especial conexión con los niños, la hacen muy querida y recordada no sólo en los colegios por donde ha ido caminando, sino en multitud de parroquias por las que ha ido derramando su singular catequesis de vida. Si no que se lo digan al párroco D. Francisco, el del San José Obrero.

Queridos hermanos de la Victoria. Debéis de estar muy orgullosos porque es toda Huelva la que va a estar detrás alentadonos el día 5 de mayo en la Coronación de vuestra Victoria. Pero no dejad de estarlo también, porque entre vuestras filas de nazarenos, va caminando una hermana especial, de las que piensan que no hay Victoria sin Humildad, de las que piensan que entre pucheros también anda el Señor. Gracias por tu testimonio y por ser cristiana en tu propio ambiente, amiga Cristina.

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