Este año

La sesión de investidura del presidente ha tenido una cosa buena: nadie ha mentido, salvo el investido

Este año va a ocurrir cualquier cosa en España menos que nos aburramos. Apenas llevamos una semana y los españoles ya hemos conseguido dar a luz un Gobierno de España contra España. Lo mismo nos vamos todos a la gran puñeta pero a originales no nos gana nadie. Únicos en el mundo, con nuestros votos hemos demostrado al mundo que se puede dar un triple salto mortal y sin red. Nos podemos partir la crisma pero ahí queda en los anales del parlamentarismo mundial el alumbramiento de un Gobierno de un Estado que se forma para derruir ese Estado. Un Gobierno constitucional contra la Constitución. Un Gobierno legal contra la legalidad. Un Gobierno dentro de una monarquía parlamentaria para derrocar la monarquía. El mundo asiste atónito ante esta originalidad española. Lo mismo acaban imitándonos en otros países y así nos divertimos más y nos vamos todos al infierno cogiditos de la mano. La sesión de investidura del presidente del Gobierno ha tenido una cosa buena: nadie ha mentido, salvo el investido. Otra originalidad española. El investido mintió en la campaña electoral jurando que no pactaría con comunistas ni con golpistas nacionalistas y al día siguiente del recuento de votos hizo todo lo contrario. Pero sus socios preferentes, sus camaradas en la lucha final para acabar con la Constitución de 1978, esos no han mentido. Siendo coherentes con ellos mismos han alabado a los terroristas, han insultado al Rey y han proclamado que la Constitución Española es para ellos una jaula carcelaria.

Pero dejo un punto y aparte para un personaje de estos días entrañable en su zoquetez. Es la señora Adriana Lastra, una de las mandamases del partido del Gobierno y destacada urdidora de acuerdos con filoterroristas y golpistas. He rastreado internet en busca de su currículo. Pueden abstenerse, no lo encontrarán. No ha hecho nada en sus cuarenta años de vida más allá de zascandilear en el partido. Según esta distinguida donnadie el mayor problema de la democracia en el mundo es lo que ella llama la ultraderecha. Los terroristas, a los que ella y sus compañeros han aplaudido en el Congreso, los delincuentes sediciosos y golpistas con los que se ha maridado políticamente, son héroes de la democracia. Los comunistas, desde hoy íntimos del alma, con millones de muertos y la ruina de medio mundo en las espaldas, también son ejemplos democráticos a seguir. El peligro para Adriana son los gobiernos con mayorías absolutas repetidas de Polonia, Hungría, República Checa, Austria, la mitad del electorado francés e italiano, la cuarta parte del alemán y casi cuatro millones de españoles. Bravo Adriana. Tú sí que vales.

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