El Fiscal

pedro Morcillo Azcárate

Este año no salgo

RETUMBAN ya en nuestros corazones cornetas y tambores, nuestro olfato se inunda de incienso, saboreamos ya la tradición convertida en torrijas, hacemos nuestro el piadoso rezo del vía crucis ante una imagen entronizada en una parihuela... poco a poco todos nuestros sentidos van volviendo a trabajar como nunca quisieron dejar de hacerlo. Vuelven las tardes de tertulia con un café horas antes de acudir a tal culto o de visitar aquella imagen en besapiés; volvemos a compartir con los de siempre ratos de encuentros y paseos en busca de volver a cumplir con la tradición un año más, y esos domingos bajos la bóveda azul que cubre esta bendita ciudad, cerveza en mano, con chaqueta y corbata a la salida de la función principal, día que disfrutamos y vivimos como el día grande de nuestras cofradía, el día de los hermanos y para los hermanos.

Todo comienza con una señal en la frente con ceniza de olivo quemado, "convierte y cree en el evangelio", que asi sea. Desde ese preciso instante comenzamos a desear que el tiempo se pare, que el tiempo se detenga en cada uno de los momentos que saboreamos y disfrutamos en esta maravillosa espera.

Desgraciadamente, es muy fácil y común escuchar estos días en la puerta de una iglesia, de una casa hermandad, en la barra de un bar, o en la tertulia improvisada en una esquina de cualquier calle eso de "este año no salgo, ya está bien, se van a enterar". Frase que viene precedida de un largo proceso de desencuentro con la cofradía de turno por cualquier ridículo o gran motivo, porque a la hora de buscar excusas para iniciar un conflicto nadie nos gana. Conflicto al que por supuesto ya hemos puesto en conocimiento al párroco, del cual ni sabíamos su nombre y nunca habíamos entrado en su despacho parroquial; conflicto en que no dudamos en meter a la primera de cambio al señor obispo en medio, que seguro que su prioridad reside en la protesta por el cambio de color del cordón de la medalla de una hermandad.

Sea como fuere el desencuentro, que esa persona tiene con la junta de gobierno de su hermandad, finalmente ha desembocado en el fatalismo del "este año no salgo". La cuestión reside en que la persona que toma esta decisión lo hace como medida de castigo al hermano mayor y la junta de gobierno, se lo toma como la mayor de las venganzas, como si fuera lo peor que le puede desear a otra persona. Y ciertamente el hermano mayor se podrá sentir dolido por la decisión que ha tomado un hermano suyo por "culpa" de su gestión. Pero llegará el día de la salida, que es el día más grande que para el hermano de una cofradía puede existir, y el hermano mayor (como cualquier hermano) despertará con la ilusión única que se siente ese dìa, vestirá su túnica acompañado del ritual propio, sentirá un escalofrio cuando cubra su rostro con el morrión, le comenzarán a temblar las piernas cuando sienta el abrazo sentido momentos antes de salir a la calle, y volverá a soñar despierto surcando las calles con su hermandad. Y tú, sin embargo, te darás cuenta de que con tu decisión el único que has perdido eres tú mismo, que sólo tú te has condenado a no revivir aquello que llevas soñando día a día, que has sido tú el único perjudicado de tu orgullo y de tus ganas de venganza.

No caigamos en nuestras propias trampas. Vivamos y sintamos esto, que es lo que nos gusta, conflictos habrá, pero que nada haga que nos desencantemos y que perdamos la ilusión, Quizás cuando nos arrepintamos, ya será tarde porque nos habremos perdido momentos que son únicos, como todo lo que pasa en nuestro mundo cofrade.

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