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Los diputados del Parlamento de Andalucía van a dedicar hoy el día a tomarle la temperatura a la región. Está convocado un debate sobre política general en el que el presidente de la Junta, Juanma Moreno, hará un balance de lo hecho y de lo que queda por hacer y los portavoces de la oposición realizarán a continuación la correspondiente réplica.
No hace falta decir, porque sería caer en lo obvio, que Moreno hará un retrato superlativo en el que Andalucía saldrá embellecida como la comunidad española que más avanza, la que más empleo crea, la que concita mayores expectativas de inversión y en la que la Junta ha hecho progresar de forma espectacular la sanidad y la educación.
Igual de obvio es presuponer que los portavoces de la izquierda van a dibujar una Andalucía depredada por la derecha, que ha sido entregada a un capitalismo sin escrúpulos y en la que unos pocos se enriquecen mientras la mayoría ve como se hunde la sanidad pública y solo la actuación del Gobierno central hace que los andaluces no terminen de irse por el sumidero.
Tercera obviedad: ni lo uno ni lo otro. Andalucía ha mejorado sustancialmente en los últimos años y las últimas décadas. Como no podía ser de otra forma y como lo ha hecho el conjunto del país y de Europa. La Andalucía de hoy tiene tan poco que ver con la de los años ochenta como la España actual con la de la década en la que se estrenó la autonomía. Pero Andalucía sigue donde estaba, a la cola de España en cualquier indicador de bienestar, empleo o renta que se quiera consultar. Hay una realidad que destacados economistas andaluces han puesto de relieve: cuando España crece, la región lo hace en niveles ligeramente superiores y cuando decrece Andalucía se hunde un poco más.
Pero salvo estas diferencias de matiz, la situación de Andalucía con respecto al conjunto del país sigue siendo de absoluta postergación. Ni 36 años de gobierno socialista ni siete de Partido Popular han servido para cambiar mínimamente ese panorama, que se basa en un esquema de organización del Estado que no se ha modificado desde hace más de un siglo.
Podrá sacar pecho Moreno alardeando de lo bien que lo hace y podrán lanzar venablos los líderes de la oposición por todo lo contrario. Pero la triste realidad es que Andalucía sigue donde estaba y que eso no parece que vaya a cambiar en mucho, muchísimo tiempo.
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