Andalucía regala lo mejor de sí misma

Notas al margen

Nada une tanto al homo sapiens como la preocupación por el futuro de su prole. Aquí, se da la paradoja de que cuanto más se forman, más se alejan por la falta de oportunidades que les arraiguen. A priori lo veíamos como algo natural y de lo que sentirnos orgullosos, porque recorrer el mundo enriquece. Pero hacerlo sin poder volver la vista atrás pierde su gracia. La generación mejor formada de la historia, al menos en términos académicos, no puede ser la que peor lo tenga para prosperar en Andalucía. Es preciso un gran acuerdo de la mano de la Universidad, las empresas y las instituciones públicas para retenerla. La fuga de batas blancas es un ejemplo sangrante, pero también emigran los informáticos y los ingenieros a buscarse la vida como los artistas flamencos. Antaño exportábamos la mejor mano de obra barata para la construcción y el sector turístico y hoy, conocimiento puro.

Urge un gran acuerdo para mejorar la ratio andaluza de retención del talento. No una simple formulación de principios. Habría que dotarlo de medios y presupuesto. La FP dual, que implica a las empresas en el papel docente, lo que les permite seleccionar a futuros profesionales, es un ejemplo a seguir. La Universidad y la FP, que disfruta de su edad de oro, no pueden vivir de espaldas. A un arquitecto le aporta un nuevo perfil técnico para completar su expediente académico y trabajar cuanto antes, y al revés ocurre igual. La FP ha de especializarse aún más siguiendo el modelo alemán, atendiendo al potencial productivo del entorno donde se ubican los centros y en ello está la Junta. También la Universidad ha de observar a su alrededor antes de renovar su mapa de titulaciones, y se van dando pasos. Toca sacar la ideología de las aulas y perderle el miedo al pragmatismo. De poco sirven tantos graduados si no hallan una salida. El sistema educativo sufre el mal del reloj de arena. Sobran universitarios en la cima y la base está bien cubierta, pero en el centro faltan muchos técnicos. Tenemos un mercado en constante cambio que requiere formación actualizada, flexible y especializada. Y sin una estrategia común, vemos que desde cualquier comunidad vecina –no hay que irse lejos– nos birlan el talento en nuestras narices. ¿Cómo evitar que Andalucía regale lo mejor de sí misma sin retorno? Fomentando la misma cultura del emprendimiento con la que aterrizan las empresas y multinacionales extranjeras, porque ven en Andalucía una oportunidad para invertir. Para convencer a los jóvenes, las ciudades que captan su atención lo tienen claro: con mejores sueldos, facilitando el acceso a la vivienda, bonificando sus impuestos y aumentando la competitividad del tejido empresarial. Parece sencillo, ¿verdad?

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