La esquina

José / Aguilar

Mas es ahora menos

27 de marzo 2013 - 01:00

LA paradoja siempre comparece en la política. La declaración soberanista del Parlamento catalán y el recurso de inconstitucionalidad presentado por el Gobierno contra la misma parecían marcar el punto de no retorno en el proceso de ruptura de Cataluña con España. Después de eso todo iría a peor, ésa era la impresión dominante.

Pues va a ser que no. Después de esta aparente declaración de guerra resulta que las relaciones han mejorado. Resulta que en el Consejo de Política Fiscal y Financiera el ministro Montoro ha aceptado -contra la postura de importantes barones territoriales del PP- abrirse a la flexibilización del déficit de las comunidades autónomas, tal y como reivindicaba el consejero catalán del ramo (y también la consejera andaluza). Y la ministra de Fomento ha satisfecho exigencias catalanas sobre carreteras y Renfe. Mientras, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha arropado un encuentro informativo de Duran Lleida en Madrid y el mismísimo Rajoy no ha perdido el contacto con Artur Mas.

¿Qué está pasando? Está pasando que el presidente de la Generalitat se ha abrazado a un realismo de varios perfiles. Uno, ha tropezado con la doble negativa a integrarse en su gobierno de republicanos y socialistas (atentos al insólito argumento del jefe de ERC, Oriol Junqueras: "Lo que hace falta es cierta dosis de inestabilidad", justamente lo que el pueblo teme siempre). Dos, Mas parece haber entendido algo que se le ha dicho por activa y por pasiva, a saber, que la crisis económica es la cuestión prioritaria para Cataluña, muy por encima del derecho a decidir, la independencia y otros sueños. Tres, se ha apercibido al fin de que la asfixia de las finanzas catalanas no tiene otra salida que acogerse a las ayudas que pueda prestar el Estado (en FLA o en otras modalidades) y que si las malas relaciones entre ambos poderes impiden materializarlas la Generalitat tendrá que dejar de pagar las nóminas de sus funcionarios y empleados o cerrar hospitales. Así está el tema.

En la práctica estos condicionantes retrotraen el conflicto España-Cataluña a la situación anterior al órdago soberanista, el fracaso electoral de Mas y su huida hacia adelante: discrepancias en materia de financiación, posible pacto fiscal, asuntos de euros más que de identidades. No es que el problema haya quedado resuelto, claro, pero se plantea en otros términos. Hace falta saber si durará así.

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