DICE WWF, conocida organización en lucha por la protección del medio ambiente, que en Doñana y su entorno hay 1.700 balsas para regadío, cuando la Administración sólo reconoce la existencia de ¡200! Anuncian que llevarán esta información a la Consejería y Ministerio correspondientes, a los ayuntamientos, a la Fiscalía, a la Unesco y a la Comisión Europea, y acusan de una parte grande del deterioro progresivo del humedal a estas construcciones, a veces del tamaño de un campo de fútbol, que en lugares no permitidos truncan el recorrido natural de las aguas.

Esto asusta, pero si la información es exacta, asusta mucho más que nadie haya visto esta burrada; porque, hablemos claro, si delito sería intervenir en los cursos de los arroyos, por ejemplo, igualmente delito y continuado y consciente y repugnante sería descubrir que los responsables públicos, desde abajo hasta arriba, ésos que nos multan por pisar una raya continua, que nos cobran los impuestos por la basura, aquéllos que si te falta un papel te sancionan, han hecho la vista gorda a cambio de algo, y no confundamos el bien o la necesidad de una comunidad con el no perder votos, para mí es la compra de un funcionario o un cargo público por igual.

Afirman, también, que hay más de 1.000 pozos ilegales. Me hace gracia que quienes reivindican con furor de protección de la camada, que quienes quieren soluciones con el agua ya porque hay que dar de comer a la familia sean incapaces de ver la ruina sin solución que están provocando para sus hijos y las generaciones venideras... repito una pregunta hecha otras veces aquí: ¿hay algún político con dos ideas que esté planificando el futuro? Está ocurriendo con el campo de Huelva como con la pesca, una industria generadora de riqueza que mata su gallina de los huevos de oro, con nuestros caladeros arrasados y la Administración haciendo filigranas para permitir vender la mentira de la gamba de Huelva, la coquina o la chirla... con Franco y la primera fase de nuestra democracia tutelada era: tú te haces rico si yo me hago rico, los antiguos armadores saben de qué hablo; ahora es miseria por miseria, yo te dejo trabajar y a ver si sigo controlando éste o aquel ayuntamiento.

Agua ya, parece que ya la hemos encontrado. Lamentablemente nuestra ciudadanía no parece darse cuenta de que los responsables de la situación creada, tan difícil de resolver, han sido esos alcaldesos y alcaldesas que durante décadas han hecho de amortiguador entre la Junta o el Ministerio y la realidad del pueblo, en vez de haber ido ordenando el uso del agua y haberse puesto de acuerdo para racionalizar su consumo y exigir las obras hidráulicas necesarias para no provocar problemas estructurales como el de ahora; si corto el agua, se va todo al carajo y si no la corto, también.

Vivimos al día; el voto de una vecina condiciona más la actuación de un político que el futuro de toda una comarca. Así nos va.

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