Es una paradoja. Hace menos de tres meses se mantenían las restricciones de agua en núcleos de población y localidades de la Sierra de Huelva y ahora el agua del embalse de Olivargas, ubicado en el término municipal de Almonaster la Real, en la misma comarca onubense, va a parar al mar, agua que el embalse lleva aliviando desde el pasado 11 de diciembre, cuando aún se mantenían los cortes nocturnos de suministro en Santa Olalla del Cala.

Todo es un sinsentido. Hace unos meses, Giahsa tuvo que realizar aportes extras de agua a través de camiones cisterna en los núcleos más afectados por la situación provocada por la sequía. Los cortes en el suministro comenzaron ya en el mes de junio y poco a poco el número de localidades donde se llevaron a cabo fue aumentando, llegando a casi una veintena. Estos se prolongaron hasta bien avanzado diciembre en algunas localidades. La llegada de las lluvias permitió que las restricciones se fueran levantando en los distintos lugares afectados, quedando finalmente Santa Olalla del Cala, la última en eliminarse los cortes.

Los vecinos aguantaron como pudieron este prolongado periodo de sequía, sufrieron los cortes de agua, almacenaron agua en botellas y bidones, en todo aquel recipiente que tenían a mano, para su uso más cotidiano. Se tomaron entonces medidas para una situación extraordinaria.

Al igual que en época de escasez también deberían tomarse medidas en época de abundancia, si el embalse de Olivargas está por encima de su capacidad debería aprovecharse para, al igual que se hizo hace unos meses para hacer frente a la situación de sequía, almacenar todo el agua que se pueda en camiones cisternas y ponerla al servicio de los agricultores y municipios de la provincia onubense. 

No se puede, no debía permitirse, pasar de un periodo de sequía con restricciones en casi una veintena de localidades y núcleos de población a dejar que más de veinte hectómetros cúbicos de agua vayan a parar el mar sin hacer nada por impedirlo, es cuestión de ser más previsores y velar por la protección y un buen uso de un bien escaso. No hay que dejarlo todo al porvenir, hay que reaccionar a tiempo y si ahora hay abundancia de agua habrá que aprovecharlo, no hay que esperar a una situación extrema para reaccionar. La falta de espacio para almacenarla no puede ser una excusa, hay que buscar alternativas, aunque sean de carácter temporal mientras se dota a Huelva de las infraestructuras hídricas necesarias. Es cuestión de operatividad, ni más ni menos.

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