Aforamiento y desvergüenza

Paisaje urbano

El aforamiento es una prerrogativa constitucional pensada para proteger de forma cualificada la libertad, autonomía e independencia de ciertos órganos constitucionales. En lo que se refiere a los políticos, inicialmente estaba pensado para proteger al presidente y a los miembros del Gobierno, así como a diputados y senadores, pero el desarrollo posterior hacia un Estado compuesto y descentralizado lo amplió a los diputados de los respectivos parlamentos autonómicos. El aforamiento no cambia el derecho aplicable, pero sí adjudica la instrucción y resolución de las causas a los tribunales superiores.

La operación urdida por el Partido Socialista para meter con calzador al presidente de la Diputación Provincial de Badajoz en la cámara parlamentaria de Extremadura, con el único objetivo de modificar el tribunal que ha de enjuiciar el oscuro nombramiento del hermano del presidente del Gobierno como jefe de la Oficina de Artes Escénicas de la citada diputación, supone una cima del bochorno institucional y ético difícil de superar, y mira que cada día nos enteramos de episodios a cada cual más bochornoso. Precisamente es la inclusión del hermano músico en la causa lo que la convierte en una operación diseñada desde arriba, al más puro estilo autocrático, con el objetivo de buscar mejores condiciones para su pretendida absolución, y de paso abonar el relato de la conjunción en su contra de todas las fuerzas ultras. El cesante presidente de la Diputación no tenía la condición de aforado al incoarse la instrucción, ni ha sido elegido democráticamente por el pueblo extremeño, por lo que en ningún estado serio le asistiría el derecho a la prerrogativa constitucional de aforamiento que tan graciosamente se presta a adquirir aquí, pasando por encima de los poderes legislativo y judicial, constituyendo un fraude de ley en toda regla.

Pero a esta desvergonzada práctica que supone la instrumentación de todas las instituciones del Estado para ponerlas al servicio de este Gobierno sin rumbo y totalmente amortizado, se le añade el cinismo de proponer a la oposición, una vez al abrigo del aforamiento, no otra cosa que su supresión. Lo único que nos faltaba, por si no tuviéramos bastante con la dosis diaria de demagogia y desahogo, es que encima nos lo digan con recochineo.

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