La última semana de Cuaresma es especial. Es la semana en la que se vive un nerviosismo inusitado, ya no sólo por los cofrades sino por todos los que cogen unos días de asueto y descanso. Es la semana previa a las vacaciones en los distintos centros educativos y, eso se nota. No son pocos, los centros que, como una actividad previa a la Semana Santa, organizan una salida procesional por los alrededores del colegio o en los patios de recreo del centro. A priori, queda simpático, incluso pudiera aplaudirse la idea, pero, la verdad, es que empezar la casa por el tejado no fomenta ni potencia nada.

Soy partidario de que en los centros educativos se hable de la Semana Santa, ya no solo como hecho religioso, sino como manifestación cultural. Aunque sea muy manido, recordar que gracias al mundo cofrade siguen existiendo gremios tradicionales, que es una manera más que positiva de acercarse a la historia del arte, que hay una música especifica, que sin las cofradías no existiría e incluso un genero literario como es el pregón de Semana Santa, existe porque existen las cofradías, pienso que es mucho más educativo, más ilustrativo y más didáctico que el sacar una procesión que hace las delicias no sólo de los niños sino de los padres y abuelos.

La Semana Santa no es sacar pasos a la calle y, eso se le debe dejar claro a los niños. Es preferible no hablar de cofradías en los colegios a hacerlo empezando por lo último.

En esta semana previa a la Semana Santa es mucho muy productivo y aleccionador visitar con los alumnos a las distintas casas de hermandades y las distintas iglesias donde la labor cofrade está en su punto álgido, y así, poder explicarles para que entiendan que, para llegar a este momento, las distintas hermandades han desarrollado unas actividades no sólo religiosas, sino sociales y culturales. Actividades, que, si no hubiesen tenido lugar, poco sentido tendría el procesionar por las calles con nuestras cofradías.

Entiendo que los programas educativos de los distintos colegios son muy exigentes y hay que cumplirlos, pero entiéndase que haya cofrades, con los que yo me alineo, que entiendan que el trabajo de tantos años no es para ver, cómo se reduce la Semana Santa a meras procesiones.

No sé, si en los colegios se ha hablado de la ingente labor de las hermandades durante los años duros de la pandemia. No sé, si a los niños, antes de esa actividad de procesionar le han explicado que antes de todo esto, las hermandades han celebrado unos cultos. No sé, si a los niños se le ha explicado que una hermandad tiene una realidad social que hace que tenga un patrimonio u otro, pero que todas son iguales…

Yo no estoy en contra de esas procesiones infantiles y juveniles que organizan algunos colegios. No me gustan y ya está, a pesar de que me esfuerzo en buscar el lado positivo a estas actividades.

Pero, reducir el mundo de la Semana Santa a una mera procesión, por muy simpática que ésta sea, me crea el mismo malestar que reducir la fiesta del día de Andalucía a comer pan con aceite.

Las hermandades también tienen una base familiar. Familias identificadas con una hermandad y con unas devociones. En los colegios, la Semana Santa, el hecho religioso, el mundo cofrade hay que explicarlo de otra manera y las procesiones, vendrán por añadidura. Ayudemos a los niños, no sólo en los colegios, sino en las hermandades, a ser cofrades todos los días del año y no sólo un día. Eso resulta fácil, pero no es así. El mundo cofrade es mucho más complejo y hermoso.

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