Última oportunidad

Si Pablo Iglesias es el John Lennon de esta historia, se ve que no conoce bien al bello y fatuo Paul McCartney

El 31 de marzo de 1970, en pleno proceso de disolución de los Beatles, George, John y Ringo decidieron hacer un último esfuerzo por salvar la vida del grupo (aunque todos ellos habían tomado la decisión previa de abandonarlo). Ese día enviaron a Ringo con una carta a casa de Paul McCartney, para que éste reconsiderara su postura de sacar un álbum en solitario, lo que equivalía a una sentencia de muerte para los Beatles (aunque los demás miembros del grupo también tenían decidido sacar su propio álbum en solitario). A lo largo de los seis meses anteriores, todos los Beatles habían hecho un sinfín de cosas que imposibilitaban la continuidad del grupo, pero ese día intentaron hacer una última tentativa a la desesperada. El buen Ringo llegó a la casa de Paul con la carta en la mano y la mejor de sus sonrisas, esa clase de sonrisa obsequiosa que había aprendido a poner cuando era camarero en un ferry y había tormenta y él tenía que tranquilizar a los pasajeros. Al ver a Ringo con la carta, Paul se puso de muy mal humor. ¿Qué clase de desaire era aquél? ¿Cómo era posible que no hubiera ido a verlo John en persona? ¿Y cómo se atrevía a mandar en su lugar al pobre Ringo? De mala manera, entre gritos e insultos, Paul echó a Ringo de su casa. Pocos días después se hizo oficial la separación de los Beatles.

Tal como están ahora mismo las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez, ya sólo queda una última oportunidad, algo así con el envío de una carta de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez a través del equivalente de un solícito Ringo Starr. Está claro que todos los participantes en las negociaciones -y aquí también incluyo a Casado y Sánchez, los George y Ringo de esta historia- han hecho todo lo posible para que fracasara la investidura, pero Pablo Iglesias se aferra aún a una última posibilidad de solventarlo todo en el último momento. Suponiendo que Pablo Iglesias sea el Lennon de esta historia, se ve que no conoce bien al bello y fatuo Paul McCartney. Y si todavía espera una última oportunidad, está claro que Paul va a despedir al pobre Ringo con cajas destempladas.

La única diferencia en esta historia es que los Beatles tenían talento a raudales (incluso Ringo lo tenía), mientras que los participantes en esta torpe imitación de aficionados no han demostrado tener ni siquiera un mínimo de compostura ni de vergüenza.

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