Reiniciadas las actividades culturales, docentes, académicas y literarias, no quisiera dejar en el olvido en este año de celebraciones a don Miguel de Cervantes Saavedra, tan traído y llevado en actos conmemorativos y de búsquedas de sus restos en cripta olvidada.

Nuestro homenaje a la celebración del insigne Príncipe de la Letras tiene que ir forzosamente unido a su obra universal: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

Y tiene que ser así porque la obra eterna más grandiosa de nuestra literatura, fue nada menos que dedicada por su autor al marqués de Gibraleón. Un gran honor para todos los coprovincianos que amamos al bello pueblo vecino a la capital al que tan unido estoy en el afecto a Pablo Hernández Ibarra. Con ello la figura de Cervantes, don Quijote y la gloria literaria nacional quedó para siempre unida con nuestra tierra, con Huelva.

Pero hoy mis recuerdos van con toda admiración y cariño a un pueblecito de dos mil habitantes en La Mancha: El Toboso. Lugar cervantino por excelencia donde la hazaña del famoso caballero andante se une a ese halo de romanticismo soñador que para el ilustre caballero fue su ensoñada Dulcinea.

Todos los veranos me reúno con un querido amigo de El Toboso, que es sin duda alguna un auténtico archivo de toda la historia cervantina y de amor a su pueblo manchego, Ricardo López. Persona a la que estimo como auténtico embajador de su pueblo, de su historia cervantina y sus luchas y trabajos durante muchos años por defender y dar a conocer la historia de este lugar de cuyo nombre todos debemos acordarnos.

Hablando de El Toboso, Dulcinea siempre es centro de una conversación añorada y con halos de fantasías. Si tal personaje no existió, como se describe en la obra del famoso manco de Lepanto, hay indicios de que tal vez su figura pertenezca a un amor no conocido de don Miguel que él idealizó en esa figura femenina de El Toboso.

Ricardo López Seseña es un auténtico portavoz encendido y enamorado de este pueblo que sin duda alguna guarda un tesoro literario en la narrativa caballeresca cervantina. Por él, amplío cada año mis conocimientos literarios y me da a conocer peculiaridades gastronómicas de La Mancha castellana, como esas pelusas de El Toboso, pequeñas tortas de harina, azúcar e ingredientes bizcochables, sencillas y deliciosas que las franciscas, hermanas de un convento, laboran con amor.

Un consejo para celebrar el año cervantino: no dejen de visitar El Toboso, lo merece. Y probar las pelusas, son deliciosas.

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