La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Tiburón

¿Debe cerrarse la playa para que el tiburón no se harte o abrirla para no cargarse la temporada turística?

Cuando oigo hablar de la reactivación del sector turístico se me vienen a la cabeza -deformación cinematográfica, me temo- las broncas entre el jefe de policía Brody y el alcalde Vaughan. Que si hay un tiburón, que si no lo hay. Que si existe peligro, que si no existe. Que si debe cerrarse la playa para no poner en riesgo a los veraneantes, que si no debe cerrarse para no cargarse la temporada turística. Sí, suena John Williams y es Tiburón, la película que en diciembre 1975 abarrotó el cine Villasís.

Vivimos la tensión, no entre libertad y seguridad, sino entre producción y seguridad. La historia enseña que las libertades democráticas son fruto del bienestar y que este depende de la buena marcha de la economía. Los partidos populistas han crecido -y en España uno ha subido al Gobierno vía PSOE- gracias a los efectos de la crisis de 2008. No es casual que Podemos se fundara en 2014 y de la nada pasara a 5.212.711 votos en 2015; y que Vox pasara de 47.182 votos en 2016 a 2.664.325 en 2019. Nos jugamos mucho, además de la salud y la vida.

Todos sabemos lo que representa el turismo para este país -y muy especialmente para Andalucía- en ingresos y puestos de trabajo. Según los profesionales habrá que esperar a 2022 para alcanzar los ingresos anteriores a la pandemia: 150.000 millones. Solo entre marzo y mayo Andalucía dejará de ingresar 4.700 millones. Se pide la creación de una agencia europea que convalide, acredite y controle los protocolos y normas nacionales para la activación del turismo. El Gobierno (que Mercurio, dios del comercio y los viajeros, nos proteja), las comunidades autónomas y los profesionales trabajan en la elaboración de un protocolo sanitario único frente para preparar la reactivación.

Pero la cosa no pinta bien. Solo cumplimos un requisito de los señalados por la OMS para la desescalada. El turismo internacional tardará en llegar y el nacional, además de por las cuestiones sanitarias, estará limitado por la grave crisis económica. Hay destinos turísticos libres de virus y cada cual pugna por medidas especiales en la desescalada que les beneficien. ¿Pero pueden acoger a quienes acudan de lugares que no lo están? ¿Se está en condiciones de hacer test a todos los viajeros? Y lo peor es que al mando de la nave del Gobierno de la nación tenemos un capitán más inepto que el patético pirata de la cruelmente divertida Huracán en Jamaica que estoy leyendo.

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