La celebración de los Santos Inocentes quedó ya olvidada en el calendario. La mayor inocentada que sentimos cada doce meses es que creemos que tenemos un año más de vida, cuando en realidad es un año menos. El año se acaba. La Nochevieja ya es un deseo de fiesta para todos como un rito mágico que nos seduce en el misterio de las manecillas de un reloj que al abrazarse darán paso a un nuevo periodo de nuestra existencia. Siempre la llegada de la última noche que hace bajar el telón de los doce meses, nos impulsa a un baile, de alegrías y de penas, que en el corazón forman parte de esos aconteceres esperados.

Son momentos en que muchos humanos dan suelta a sus fantasías y deseos de mejoras, ya sean sentimentales, económicas, o de espíritu. Es el momento donde la tradicion de las supersticiones hacen su aparición.

Inventamos cosas para creerlas sin muchas seguridades, pero nos gustan creerlas, tal vez en la esperanza de que hagan realidad. La primera de todas esas superticiones, la reina tradicional, es la de las doce uvas de la suerte. Es la más arraigada desde que tenemos uso de razón. No lo creemos, pero tampoco dejamos de hacerlo cada 31 de diciembre.

Hay quien dice que si las comemos pelada y sin pipas, los deseos se cumplen antes. Otros creen que si se comen a "pata coja", los efectos son mayores y también quien afirma que si se engullen debajo de una mesa, es casi segura la unión matrimonial de la pareja que así lo hace.

Hay supersticiones de Nochevieja para todos los gustos, según el país de origen. En Europa hay lugares donde dicen que llevar una prenda amarilla da poder. Que ir muy maquilladas las mujeres les da energía. Que dejar la cartera en la nevera y tenerla de alimentos llena, atrae al dinero.

En un viaje a Italia me contaban la costumbre, sobre todo en el sur, de que en esa noche especial ponerse ropa nueva y de color rojo da fuerzas en la espera de comenzar el año con pasión y un nuevo camino de vida. También, uno muy curioso es el que dicen que poner una maleta detrás de la puerta nos traerá un posible viaje. La más común y tradicional, sobre todo el sur del país, es la de tirar por la ventana todos los chismes viejo antes de que den las doce campanadas. También la de comer las lentejas de la suerte, esta muy conocida en España. Ya ven que hay para todos los gustos. Así es el mundo de las tradicionales supersticiones a las que se agarran tantas gentes.

Los que tenemos muchos años añoraremos aquella costumbre que hacía reunirse muchos coros de campanilleros a las puerta de los templos y cantar con alegría, como expresión de una devoción que se lleva en el corazón, para pedir esas cosas tan necesarias que en muchos grupos fallan, como la verdadera unión familiar, la solidaridad con el que sufre y la falta de amor, a quienes necesitan algo de esperanza, a quienes la vida que les rodea se les pone difícil. Yo pido con sonido de las campanadas : Amor, generosidad, fe, unión, compresión, trabajo, humildad, perdón, aceptación, ayuda, s olidaridad y paz. ¡Feliz Nochevieja y buena entrada del desconocido 2.023!

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