Superamigos.

Superamigos. / M. G.

Mi amigo Federico tiene el superpoder de discutir absolutamente todo: da igual la temática o el ámbito de conocimiento; te hará dudar aún sin llevar la razón. La historia más sonada fue la del restaurante chino: le preguntó a la camarera de dónde era, ella le dijo que era china. Él le dijo que no era china, que era coreana, y todo esto después de ponerse la toalla caliente de lavarse las manos en la cara: decía que la toalla era para la cara y no para las manos. ¿Que hay un biólogo en el grupo y se habla sobre la sedimentación de los fondos marinos? Ahí va Fede a rebatir lo que diga el biólogo. Con él no hay café aburrido ni tema del que no se pueda discutir: de qué se trata, que me opongo. Es maravilloso.Paco es capaz de quedarse dormido en cualquier lugar, de cualquier forma y en menos de un minuto: en el coche, sentado en un bar en la calle, en la playa agarrado al palo de una sombrilla en un día de viento... Me encantaría tener este superpoder: yo necesito dos almohadas para dormir, una botella de agua, leer un poco, hacer dos sudokus y que no haya luz ni ruidos para conciliar el sueño. Eso sí, tengo la habilidad de echarme una siesta de dos horas y poder dormir esa noche mis 8 horas de un tirón.

¿Quién no tiene un amigo o amiga que es el “mete patas” del grupo? Santiago tiene la encantadora habilidad de hablar y cortarle el punto a cualquiera: “Ayer vi a tu exnovia con Roberto, ¿ése no era tu amigo?”. Y lo bueno es que no lo hace queriendo. Yo recuerdo que una vez en una reunión de amigos le pregunté a un chico cuándo era su cumpleaños y después le hice la misma pregunta a su hermano mellizo. Tengo que decir en mi defensa que no se parecían mucho.

Mi padre puede hablar durante mucho tiempo sin necesidad de que nadie le conteste. Los fines de semana siempre los pasábamos en el campo, a una hora de camino de la ciudad. Antes de montarnos en el coche acordamos entre mi madre y mis hermanos que no íbamos a abrir la boca en todo el camino. Nos montamos en el coche y mi padre empezó a contar sus batallitas, que, todo hay que decirlo, eran muy entretenidas. Pues desde que salimos hasta que llegamos no dejó de hablar y ninguno de nosotros pió. No se dio cuenta del pacto de silencio. Otro superpoder es el de sacarle información sensible a cualquier persona: hubiera sido un buen agente de la KGB.

Francisco tiene la habilidad de encontrarse siempre la piedra en las lentejas, y si hay algún elemento extraño en la comida siempre le tocará a él, no falla. Mi amiga Fina es incombustible: se cayó en la marmita de Panorámix. Tiene la capacidad de irradiar energía positiva a todo el que la rodea.Me parecen fascinantes los superpoderes que hacen especial a una persona, aquellos que forman parte de su personalidad. Cada uno tiene los suyos y tenemos suerte si hay alguien que sabe valorarlos: quien tiene un amigo tiene un tesoro.

“No puede ir muy lejos la amistad cuando uno ni otro están dispuestos a perdonarse mutuamente sus pequeños defectos”. Jean de la Bruyére.

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