La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Supermercados Unidas Podemos

La idea es genial: más dinero a los proveedores, más sueldo a los trabajadores, más empleo y precios más baratos

El populismo es lo que tiene: respuestas simples a problemas complejos. La ministra Belarra, inspirada por Iglesias y flanqueada por Echenique, ha dado al fin con la tecla que solucionará el grave problema de la carestía de la vida en España. Una cadena de supermercados públicos contra la inflación que no cesa.

Atentos a la jugada. El programa-marco de Podemos asegura que los grandes supermercados se están haciendo de oro inflando los precios de la cesta de la compra gracias a su posición de oligopolio y eso sólo lo puede cambiar un sistema de supermercados públicos que compita con ellos con tres premisas: ofertando precios más bajos a las familias consumidoras, mejorando las condiciones de sus trabajadores y pagando más a pequeños y medianos agricultores y ganaderos que les suministren las mercancías. Y creando miles de empleos, añadió Echenique.

Es difícil concebir mayor disparate en menos tiempo. ¿Pagarle más a proveedores y empleados y cobrarle menos a los clientes? Todo y todo a la vez. Esto sólo sería viable si los supermercados actuales tuvieran unos beneficios desmesurados, astronómicos, de modo que reduciéndolos pudieran cubrirse los tres objetivos propuestos por Podemos con argumentación más propia de Barrio Sésamo que de un partido que gobierna una de las naciones desarrolladas del mundo.

La realidad es que ni funciona el pretendido oligopolio de oferta en la gran distribución española, ni la inflación desatada se debe a la cadena alimentaria (en un 95% tiene su origen en factores externos: combustible, semillas, fertilizantes, sequía) ni los márgenes de ganancia de los supermercados privados son escandalosos: el de Mercadona, sin duda el que más disgusta a Belarra, es del 2,6% después de impuestos (por cierto, qué torpeza elegir como prototipo de capitalista despiadado a alguien como Juan Roig, con tan buena reputación entre la gente corriente).

Pero Podemos ignora la realidad aposta. Por motivos puramente ideológicos deja de lado las leyes más elementales de la economía, se inventa una realidad paralela en la que lo que importa es tener claro al enemigo al que endosar todos los males de un mundo que se resiste a la simplificación de buenos y malos, y ofrece a su reducido público la zanahoria-engañifa de unos supermercados estatales que obrarán el milagro de multiplicar sus costes y reducir sus precios. De Barrio Sésamo, ya digo.

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