Dos cuestiones previas antes de entrar en materia. La primera, es la singularidad que tiene Huelva: única ciudad del mundo donde un Rey Mago, ha de ser Nono con dieciocho años de diferencia. Lo cual, da importancia y categoría al apelativo. Así que enhorabuena a los RRMM y especialmente, al otro rey Nono con el que solo hay dos diferencias, la edad y querido amigo, que yo no soy capaz de ejercer como torilero.

La otra cuestión es, como en todo comienzo de año, las buenas intenciones nacidas, tras analizarlas, de intentar corregir y pedir disculpas correspondientes por los errores cometidos. Eso sí, las equivocaciones realmente propias, no las atribuidas sin fundamento por una adjudicación falsa de poderes e influencias muy por encima de las capacidades y posibilidades auténticas de uno mismo. Dicho esto, y tras desearles todo lo mejor junto con sus familias, debo, con enorme pesar, expresar mi escepticismo respecto al futuro de nuestro país. Y es así, porque nuestros gobernantes están eligiendo el peor de los posibles modelos para dirigir un país democrático en pleno siglo XXI. Todo apunta a un camino cimentado en una presentación sesgada y unilateral de la historia que permite sembrar de mensajes parciales e interesados a gran parte del entramado social, lamentablemente, desconocedor de la historia real, con lo que el caldo de cultivo para la manipulación popular está servido sibilinamente. Se unen intereses particulares muy personales y perfiles ideológicos que, tradicionalmente, utilizan la libertad que ofrece el modelo democrático para con su transformación paulatina acabar con esa libertad.

Los síntomas son claros y van desde el deterioro institucional por penetración, bloqueo, reformas o marginación, hasta el solapamiento de los discursos, el asociacionismo entre diferentes (pero con objetivos antisistémicos comunes) interpretaciones eufemísticas de los contenidos literales de las normas, el asedio a los adversarios… en definitiva, actuaciones de manual totalitario.

El problema es que ese aparente poder configura un Estado débil y para ejemplo ya vimos cómo se enfadaba Rufián este verano por la falta de coalición de izquierdas y ahora no se recta en cantar la bondadosa oportunidad que se le ofrece al independentismo, lo que moviliza las conciencias caciquiles y renace el cantonalismo de la Primera República -León, Teruel, son actualidad- y si le sumamos la coalición gubernamental, Segunda República. Con ello, solo falta para cerrar el diagnóstico y contrarrestar la teórica debilidad estatal citada, proponer la reforma constitucional que permita - según modelo chavista - permanencia sine die en el poder. Y eso que no dormiría con los socios de hoy.

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