Qué alegría el pasado domingo por la noche. Estaba comprobando cómo tenía la agenda del lunes al viernes. Vamos, lo típico. La alegría vino cuando me di cuenta de que no tenía prevista ni una sola reunión en toda la semana. Dios, qué momento. Es que no experimentaba unos niveles de euforia tan grandes desde el "Iniesta de mi vida". Sí, odio las reuniones. Y sí, al día siguiente llegó un bombardeo de reuniones que han ocupado toda la semana y que se han reído de mi salud mental. Por favor, decidme que no soy el único que odia las reuniones y que piensa que se le está escapando media vida entre una y otra.

De verdad que quiero seguir confiando en el ser humano, pero es que hay veces que me lo ponéis muy complicado. ¿Cómo es posible que haya gente a la que le gusten las reuniones? Hay personas que quieren hacer una reunión, al día siguiente otra reunión para comentar como fue la reunión, y al otro una reunión para analizar cómo fue la reunión en la que se comentó sobre la primera reunión. También hay gente que necesita que la reunión se alargue porque es que una reunión corta… No sé, como que no se quedan a gusto. Yo os cuento algo tranquilizador. He oído por las calles de Huelva que muchos han salido de reuniones de 15 minutos y se les ve perfectamente. Han sobrevivido y siguen disfrutando de sus vidas. Bueno, y luego están las videoconferencias que eso ya es para echarle de comer aparte. Entre que uno tiene problemas de conexión, el otro que pide que se le envíe de nuevo el enlace, uno que tiene mal configurado el micro o la webcam… Basta, por favor. Basta.

Pero hablemos en serio. ¿Son importantes las reuniones en el trabajo? Yo creo que sí lo son. Son una herramienta de cohesión de equipos, de puesta en común de proyectos, de trabajo colaborativo. Y bien aplicadas y ejecutadas hacen que una empresa u organización sea más eficaz. Y he aquí la clave. ¡Bien aplicadas y ejecutadas! Lanzo otra pregunta. ¿Son prescindibles algunas reuniones? La respuesta es sí. Nada más y nada menos que el 70% de las reuniones que se celebran se podrían haber evitado siendo sustituidas por un mensaje a través de un programa de chat de equipo. Es un porcentaje que me acabo de inventar pero que en el caso de mi trayectoria profesional puede que represente mi realidad. Comprenderás entonces mi frustración, mi caída de pelo y hasta la pérdida de mis ganas de vivir. Si algo he aprendido en todo este tiempo es que precisamente el tiempo, es oro. Y cada minuto de un trabajador cuesta dinero. Por ello, no lo malgastemos con reuniones interminables que no van a ninguna parte. Al igual que los partidos de fútbol empiezan a jugarse en la sala de prensa, las reuniones de trabajo comienzan con la preparación previa. Establezcamos correctamente el objetivo de la reunión y el orden del día, pongamos hora de inicio y de fin (sí, de fin también. Deberíamos decir adiós a situaciones como "quizás hoy no pueda terminar el proyecto porque tengo una reunión que no sé si se alargará"), y definamos planes de acción para cuando finalicemos la reunión. Bueno, y si acabamos de una vez por todas con los Powerpoint mejor que mejor.

Siempre podéis probar a hacer lo que recomienda Elon Musk, CEO de Tesla. "Levanta y márchate de una reunión apenas te resulte obvio que no estás generando valor añadido". Cosa bien distinta es que conservéis vuestro trabajo si lo hacéis. Si es así, avisadme y propondré que construyan un monumento vuestro en el centro de la Plaza de las Monjas. Os dejo por hoy, que entro en la segunda reunión del día. ¡Hasta pronto!

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