CON gran pesar y tristeza hemos despedido desde el fondo más entrañable de nuestro corazón la presencia noble y preclara de un alosnero cabal: Santiago Osorno Orta.

Por inexorable ley de vida su ciclo vital se extinguió dejando una estela de bonhomía, gratitud y desconsuelo en tantos y tantos que tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo. Porque sí, porque a lo largo de nuestra existencia la vida nos obsequia con la oportunidad de acceder a personas con un bagaje humano digno de elogio.

Este es su caso: Santiago, con la sonrisa siempre en los labios desde el primer instante en que te hablaba; repartiendo afecto a todos por igual, con cordialidad y franqueza.

Nada de ojana. Se hacía acreedor del aprecio de todos, sin importarles su condición, posición o sus ideas. Siempre tenía una disponibilidad al cien por cien para todos los que a él acudían. Por todo ello doy las gracias a la Providencia de haber tenido la dicha de cruzarme en su camino y gozar del trato ejemplar, de su sabiduría, sencillez y bondad.

Hasta aquí los rasgos más notables que constituyeron el más eminente aparejo que al modo de la marinería manejó para el “avante claro” del navío que tripulaba desde los cimientos de su persona.

Junto a todas estas excelencias queda por citar la faceta pública de juglar de su tierra alosnera. Pregonero del más puro y rico acervo que El Alosno encierra. Proclamó a los cuatro vientos toda la grandeza y el valioso caudal que esa tierra andevaleña atesora, sus centenarias costumbres, su esplendoroso folclore y su pureza cantaora.

Así ha sido su trayectoria vital y así lo recordaremos mientras tengamos en nuestras entrañas el más leve soplo de vida. Que descanse en PAZ.

En Moguer, a veintiocho de noviembre de 2023. Día triste.