S style="text-transform:uppercase">alve!, saludo grande, regio, lleno de entrega y de una devoción infinita, cuando hoy día 8 de diciembre lo pronunciamos en honor de la Purísima Concepción.

A través de los años el auténtico sentido de devoción y espiritualidad mariano del pueblo español se ha reflejado en el culto a María Santísima, bajo las mil y una advocaciones que en todos los lugares de España tiene.

Por encima de los nombres, benditos todos, la Virgen es una. La Madre de Dios, como terminan siempre los saludos y vivas a la Blanca Paloma.

Y esa una, bella, inmaculada, fue la que un día en Nazaret escuchó estremecida la voz del Ángel, confiándole la misión más grande que un ser humano pudo tener.

He visitado la Basílica de la Anunciación y bajo la oración del Ángelus he sentido toda la emoción de mis creencias religiosas. Ahora, cuando llega este día en que el cielo es más azul y el resplandor de un dogma se nos agiganta más en el corazón, miro a la parroquia de la Inmaculada Concepción, en mi Huelva eterna, y cinco siglos de historia ponen corona de amor a su advocación más celestial.

Quinientos años de amor a María, en pleno corazón urbano de nuestra ciudad. Quinientos años que se han cerrado esplendorosamente en la devoción popular de los onubenses.

Y como cenit, la luz llena de honor y gloria de la Hermandad de la Purísima Concepción y Triunfo de Cristo que jóvenes onubenses supieron hacer nacer como testimonio de devoción secular en este templo del corazón de Huelva.

Y ante la mirada de esa Virgen que arroba los sentimientos católicos, la pleitesía de su pueblo de Huelva, que hasta primeros del siglo diecinueve le elevara un Triunfo en la Plaza de la Merced y hoy mantiene su bello monumento en la plaza de la Vera Cruz, no olvidamos al arma de Infantería de nuestro glorioso Ejército, que la nombró su Patrona en tan señalada fecha.

Hoy, día de la Inmaculada, Patrona de la diócesis nombrada solemnemente por el primer obispo de Huelva, don Pedro Cantero Cuadrado, todos los corazones se le entregan en amor y devoción, cuando en procesión Ella desfile por nuestras calles.

Aquel dicho de los tres jueves que relucen más que el sol, se amplía hoy en nuestra imaginación con este jueves de la Misericordia en la luz y la pureza de la Madre de Dios.

¡Ave, María!

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