Siempre que escribo una columna sobre un libro de Juan Villa lo hago con el regusto, la impagable satisfacción de haber disfrutado de una lectura placentera y emotiva, plena de incontables sentimientos. Lo ha sido una vez más con El Rocío antes del alba, que ha compuesto con José María Martín Boixo, rociero de nacimiento, que ya acredita un extenso conocimiento del tema, artífice de la idea y colaborador en ese encuentro con el pasado y sus protagonistas. Porque tan preciado texto y tan abundante proliferación de datos y relatos nos lleva al exacto conocimiento del lugar, de su realidad física y humana, desde sus orígenes hasta los inicios del siglo XIX, acreditado ese cautivador itinerario por el testimonio de sus propios protagonistas, los habitantes de ese tiempo que narran con su propia voz la peripecia viva de esa primera mitad del siglo XX, preludio de lo que supondría para la aldea rociera una evolución decisiva y fundamental en el futuro de tan emblemática población. Evolución que se debió a la llegada de la carretera que uniría El Rocío con Almonte y el resto del mundo.

Nadie como Juan Villa ha sabido desentrañar la clave del enigma de estos lugares míticos y hasta cierto punto, misteriosos y legendarios de Doñana y sus alrededores. Con las apasionantes descripciones de libros tan prestigiosos como Crónica de las arenas, El año de Malandar, Los Almajos, Voces de la Vera y últimamente Historia portátil de Doñana, hemos recorrido sendas, trochas, caminos y veredas por todo este microcosmos singular y esencialmente único, no sólo por lo que supone como marco de una romería universal sino como entorno físico de fascinante atracción. Afirma el profesor de geografía Juan F. Ojeda Rivera "que ser geógrafo no es memorizar nombres de lugares, sino comprender lo que esos lugares significan". En la narrativa de arrolladora y apasionante prosa que magnetiza al lector, esta peculiar cosmogonía cobra una dimensión exultante, de asombrosa expresividad. Los lugares, calles, plazas, senderos, viviendas y sus habitantes se revitalizan de manera prodigiosa y en la narración hacen realidad toda una época, toda una viva evocación, sus evidencias socioeconómicas, su diferencia de clases, el Paraíso y el Purgatorio… Donde lo ordinario y extraordinario congenian en lo cotidiano.

Afirma Juan Villa que "lugar mágico sería aquel en el que confluyeran historia, leyenda y símbolo". Aquí coinciden: cruce de caminos y la ermita… ¿Qué fue primero? En ese trance mágico "Esta fascinación sigue viva" y con ella ese genius loci o ese "espíritu del lugar" de tan poderosos atractivos. El libro se enriquece con los suaves trazos de las ilustraciones de Daniel Bilbao, la interesante cartografía de Rafael Llácer y Águeda Villa y unas fotografías de los protagonistas de estas historias. Entre ellas una de Pedro Weickert, nuestro entrañable e inolvidable Perico Weickert al que tanto debe la Sociedad Española de Ornitología.

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