La consejera de Educación del Gobierno andaluz y paisana nuestra, Sonia Gaya, ha propuesto a los centros docentes que dediquen un tiempo a reflexionar sobre lo que hacen (inútilmente) y dejan de hacer (imprudentemente) en la Educación Primaria en Andalucía, esa etapa que va desde los 6 hasta los 12 años. La Consejería ha bautizado este proceso con un sugerente nombre: "Repensar la Primaria" y ahí andan los colegios andaluces, sacando tiempo de donde no hay para reflexionar sobre las exigencias del curriculum, la organización del mismo y los resultados obtenidos en esta etapa educativa.

En principio, si de repensar se trata, ya imaginamos una valiosa y útil tarea porque de un primer análisis suele brotar un segundo y de éste un tercero. Es muy positivo que una vez que se haya analizado la cuestión, se vuelva a hacer, esta vez de una manera más reflexiva y pausada. Pero la duda sobre la eficacia del repensamiento surge inevitablemente… ¿De verdad se ha pensado con seriedad como se está desarrollando la Primaria? ¿Por qué re-pensar? ¿Es que se ha pensado alguna vez? Sin pensar no puede existir un repensar. No puede ser casualidad que esta demanda que se les pide a los profesionales coincida con uno de sus últimos problemas: la implantación de la segunda lengua en el tercer curso. No se recuerda otro ejemplo más vivo de improvisación, de poner parches y tapar agujeros. La segunda lengua obligó a contratar a un profesorado que sabía francés pero que, en su mayoría, carecía de experiencia docente, además de forzar a seguir unos horarios descabellados sin pensar en las consecuencias ni, por supuesto, repensarlas. Y ahora, precisamente ahora, inmersos en esta locura que ha convertido las aulas de Primaria en aulas de Bachillerato, con maestros entrando y saliendo y familias organizándole al niño los deberes de 6 ó 7 docentes, viene el Tribunal Constitucional, único órgano autorizado a interpretar la Constitución, a decir que no, que es inconstitucional la disposición que permite al Gobierno establecer, vía reglamento, las bases de la educación plurilingüe. Lástima que ahora no se pueda culpar al Gobierno central.

Evidentemente, es de aplaudir la iniciativa de la Consejería sobre la Primaria, aunque haya errado en el nombre. Hay que pensar entre todos, con el profesorado y con las familias y ante datos, aunque tenga que pararse un poco la maquinaria de la gestión con sus exigencias. Proponer, escuchar… y después, solamente después, repensar.

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