Reme tiene fiebre

La vecina no podía entender las razones de los políticos para cuidar algo tan necesario como la salud

Reme se levantó destemplada esa mañana. Se asustó, porque siempre que le daba fiebre la tensión se le descompensaba. Bueno, y porque era mayor y los mayores se asustan con cualquier achaque. Así que se vistió rápido y se fue al Centro de Salud de su barrio. Ya había una cola considerable, así que se dispuso a esperar. Delante suya una chica joven que al parecer tenía al crío con la garganta inflamada. También estaba por allí un vecino, que tenía algo de riñón y siempre andaba con complicaciones. Y un chico con el mono de trabajo, seguramente cogiendo cita para su mujer, o su hijo, o vete a ver. En fin: el ecosistema habitual en cualquier mañana en aquel Centro de Salud. La cosa fue agilizándose y en apenas veinte minutos Reme ya tenía la cita en la mano. Le daba tiempo de volver a casa, hacer alguna cosa, ducharse y volver con tiempo. Y así lo hizo.

Reme había tenido varias etapas en su relación con el Centro de Salud. Cuando se mudó al barrio, recién casada, apenas los visitaba. Podían pasar años sin pisarlo. Luego vinieron los críos, y las visitas al pediatra se hicieron periódicas. Luego esos críos crecieron, sanos, y volvió a espaciar las visitas al Centro de Salud. De tal manera que cuando volvió a ir lo habían reubicado en un edificio más nuevo. Y en los últimos años era rara el mes que no iba al menos un par de veces, para recetas, vacunas, consultas, derivaciones al especialista…

Mientras enreda en la cocina, haciendo tiempo para la cita, Reme escucha en la radio las protestas de los sanitarios. Hablan del desmantelamiento progresivo de la Atención Primaria, de la falta de inversiones, de como año tras año se debilita el Sistema Sanitario. Reme entendía algunas cosas, otras no tanto, porcentajes y demás: al parecer la inversión en Atención Primaria no llega al 15% en el gasto sanitario, y debería llegar al 25%.

Pero algo sí sabía Reme: ni ella, ni su marido, ni sus padres y hermanos, ni casi nadie de toda la gente que conocía, se habrían podido pagar ni una mínima parte del uso que habían hecho de la Sanidad, las consultas, las medicinas, los especialistas, los ingresos hospitalarios… Y si todo eso desaparecía sus hijos iban a ser privados del acceso a la salud. No podía entender las razones que tenían los políticos para no cuidar algo tan importante y tan necesario como la salud.

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