Tan curiosa y peculiar es la relación existente entre los seres vivos y los inertes, como la que se da entre las personas y sus emociones. Lamentablemente, y aunque se den estrechas dependencias entre ambos polos, no se les suele prestar mucha atención a la relevancia que tienen para la naturaleza.

Por ejemplo, la Laguna de El Portil es, como su nombre indica, un pequeño lago caracterizado como una importante Reserva Natural, que llegó a formarse debido a la penetración de la duna en la salida al mar. Eso, por una parte, por la otra es destacable cómo llama la atención esa extraña convivencia entre las urbanizaciones edificadas o las dunas, los "cutres" chiringuitos y los parajes naturales protegidos. Además de la Reserva Natural de la Laguna del Portil, el Paraje Natural de los Enebrales, en Punta Umbría, o el más alejado, el Parque Natural de Marismas del Odiel son claros ejemplos de convivencia, mientras el río Piedras se funde con el océano Atlántico o con la pureza de las arenas en la Bota…

¿Saben qué pasa? Que no solamente hay quien confunde lo natural con el abandono, sino que aprovechan para obtener espurios beneficios, sacándole partido a todo lo que se acuerde llamar "natural". Así, mientras unos hablan con pasión de la protección del medio ambiente, otros lo califican de desidia e irresponsabilidad la ausencia de papeleras en la playa. Parece un atentado contra las reservas naturales, la falta de pasarelas sobre la arena, pero les sale muy barato a los ayuntamientos responsables, teniendo en cuenta el interés que suscita cobrar los respectivos impuestos. Así, El Portil se ha ido convirtiendo en la hucha de Punta Umbría.

Mientras el flamenco, la grulla o el pelícano toman posesión a la orilla de la laguna, entre otras especies que se observan desde casa, se olvidan los cuidados de la población que también los merece. Cuando se observa y disfruta del vuelo de un pato mandarín desde una terraza, no se observan esos contenedores que guarda todo, menos basura. Mientras se admira al cormorán imperial, se dejan para otro día, u otro siglo, las malezas, matorrales y fragmentos de acera que provocan tropiezos y otros daños.

¿Alguien podría calcular cuántos acerados permanecen, desde hace años, levantados de la superficie, rotos o cubierto de hierbas? o ¿Cuántas décadas llevan esas impresentables losas de cemento en las aceras (rotas) de las calles de El Portil? ¿Llevan calculado desde qué año no se podan los árboles?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios