Confabulario
Manuel Gregorio González
Narcisismo y política
MÁS de dos millones de la población de Andalucía, un 25% del total, se encuentra en situación de pobreza y de exclusión social. Y de ese porcentaje, la mitad se encuentra en una situación límite, más allá del punto de no retorno. El dato lo ha puesto sobre la mesa Cáritas, organización nada sospechosa de frivolidades, que trabaja a pie de calle y conocedora de lo que sucede en el interior de muchos hogares. La última encuesta del CIS se hace eco del estado de ánimo de ese inmenso colectivo, el de quienes tienen poco o nada qué perder, unidos a los desencantados con la indolencia ante la corrupción y otros desmanes. El sentido del voto ya no es una cuestión ideológica, sino de fidelidad o hartazgo: jugar con la misma baraja de cartas marcadas o romperla.
Los líderes de Podemos pueden ser tildados de ambiguos y demagogos, pero están lejos de ser unos frikis. Son profesores universitarios dotados de un extraordinario talento -especialmente para trasladar sus mensajes- que quieren ser referentes y ocupar la "centralidad" del discurso político. Lo prueban su reciente cambio de discurso sobre la aprobación de la renta básica o la nacionalización de los servicios públicos. En la Podemos surgida de su congreso hay sentido práctico. Ya no cabe en su seno la doble militancia: si se pertenece al partido ya es imposible hacerlo también en Izquierda Anticapitalista o en el Frente Judaíco Popular. Pablo Iglesias y los suyos han roto el bipartidismo, tanto que hasta la presidenta del primer banco español admite que le gustaría conocer de primera mano las posiciones de Podemos.
En Huelva, el partido logró en las elecciones europeas de mayo pasado votos en todos los pueblos de la provincia, convirtiéndose por sorpresa en la cuarta fuerza política. A día de hoy, según sus datos, Podemos cuenta con 1.300 onubenses inscritos en sus círculos, aunque la ausencia de referentes personales conocidos y solventes hará que no presente candidaturas propias a los comicios municipales de 2015. El resto de formaciones se sentirán aliviadas por ello, pero queda por saber el destino de ese voto rupturista.
Izquierda Unida, que en otras provincias está impulsando Ganemos como marca blanca para integrar a Podemos, no ha dado aún en Huelva ningún paso en ese sentido. Como consecuencia, una importante bolsa de electores sigue huérfana de siglas. No hay que perder de vista lo sucedido en las últimas elecciones municipales: entonces y para sorpresa de algunos, el voto de protesta-desencanto-frustración en barrios como Pescadería o el centro de la ciudad fue a parar a la Mesa de la Ría. Atentos al precedente porque la sorpresa puede darse nuevamente.
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