Pitt el Viejo

No debemos encerrarnos a añorar tiempos que se fueron y no volverán, porque cada tiempo exige sus propios héroes

Me hizo mucha gracia y ya está. Una chica colgaba el vídeo del anuncio de Brioni protagonizado (nunca mejor dicho) por Brad Pitt. ¿Lo han visto? El tío, con sus 56 tacos, 56, sale (hasta yo, viril y miope, lo veo) esplendoroso. Gritaba (la tuitera, no Brad Pitt): "¡Basta!, ¡basta!". Era una delectación que ya no podía más, y se le entendía, a la pobre. Luego, me di cuenta de que la cosa reclamaba un artículo optimista.

Porque recordé esa broma que aparece a menudo por las redes sociales en la que se enfrentan una foto de Cary Grant elegantísimo con un abrigo de esos que justifican un invierno, y una buena corbata, y peinado al milímetro, y otra foto de cualquier modelo estrafalario de Milán o París. Se añade un cartel que dice que algo ha ido rematadamente mal de los años 40 hasta ahora.

No dudo que en los 40 el estándar medio de elegancia masculina (chaquetas, corbatas y sombreros) era superior al nuestro. Pero también es evidente que Brad Pitt puede echarse un pulso con Cary Grant, aunque yo no sea nadie para decidir quién gana. Me interesa más imaginar que alguien localiza a cualquier dandy desgarbado de los tiempos de Grant y lo opone a Brad Pitt, y hace una loa de los tiempos presentes. No sería difícil y parecería demostrar que hemos evolucionado a mejor.

Lo que tampoco es cierto. Pero tampoco hay que naufragar por ello en el mar del relativismo. Lo elegante, en última instancia, no es la época, sino cada cual. Aunque yo, cincuentón con todas las de la ley, para la batalla de la edad ni en Brad Pitt encuentro ya esperanza; gracias a él, por suerte, todavía podemos dar la batalla de la época. No tenemos por qué encerrarnos a añorar unos tiempos que se fueron y no volverán, porque cada tiempo exige sus propios héroes y, en otro orden de cosas, sus propios árbitros de la elegancia y del buen gusto. Incluso hoy, quien no esté aquejado como yo del mal antoniomachadiano del "torpe aliño indumentario", puede intentar subir el nivel, como ha demostrado Pitt el Viejo, que está mejor que Pitt el Joven. Por cierto, que don Antonio no era de ayer, precisamente, y ya iba regular vestido, según confesión propia, y comparación con don Manuel, su hermano.

Que no baste, pues, que no baste Brad Pitt. Como un Rafa Nadal de la estética, nos ha dado un vigoroso impulso para que no demos nuestros tiempos por perdidos. Por la cuenta que nos trae. Éstos son los únicos que tenemos.

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