Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
YA lo anunció Marx, la historia se representa como tragedia y se repite como comedia. Lo escribió en El Dieciocho de Brumario para matizar a su maestro Hegel, que había intuido esta dialéctica de los tiempos, unas veces héroe, otras caricato. Pedro Sánchez tiene su valor, ha desenmascarado a Mariano Rajoy como el funcionario responsable que sólo atiende a su horario. Lo puedo imaginar quejándose cual mandarín: "Oiga, para lo que me pagan...". A Rajoy lo respetan en el PP por su bohonomía, pero los Jóvenes Turcos están hartos de poner la cara por Rato y Rita, como Susana Díaz se cansó un día y mató a su padre, que era Griñán, y a su abuelo, que era Chaves. Pedro Sánchez tuvo el arrojo que le faltó a Rajoy, le enfrentó a su contradicción, a la queja ante el Rey, a la falta de voluntad y a una vida consagrada a un único esfuerzo: ser registrador de la propiedad a la primera. Hombre de casino provinciano. Pedro tiene su valía, consiguió a Ciudadanos, pero desde entonces se mantiene a la deriva. Buscó a Ale Tsipras para que intermediase ante Podemos, y el primer ministro griego lo despachó como correspondía. ¿Dónde vas, Pedro? Dicen los sociólogos que la opinión pública española no está asentada, que cambia como los vientos, que besa y mata, crucifica y perdona, y Sánchez, tan trágico, va camino de la comedia de tanto lidiar con nenes.
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