Aunque el Diccionario de la Lengua Española defina el término pasión como la acción de padecer, ahí está la pasión de Cristo, lo cierto es que en el uso cotidiano tiene más una vinculación con el manejo de emociones que vienen y van, y sujetos a un lapso de tiempo bastante concreto. Una noche de pasión, un desenlace apasionado, o realizar una actividad con pasión, no nos transmite esa carga negativa que el diccionario augura. De connotaciones está el mundo lleno. Curiosamente, en los últimos días, hemos podido comprobar esas punzadas de la pasión, ese abanico de emociones que bambolean de un lado a otro. Lo mismo el domingo, ya bien encauzada la tarde, usted se atavió con los colores de su equipo y se dirigió al Nuevo Colombino, para sufrir durante 119 minutos y gozar en una extenuación compartida con más de 14000 recreativistas tras ese gol de Mbaye. Éxtasis en las postrimerías del encuentro que daba el pase a la final de la fase de ascenso a Primera RFEF. Cuando la alegría se desborda, estalla en espasmos, abrazos, saltos descoordinados, y el léxico no da para más que un par de vocales: ¡oe, oe!

O quizás vivió las elecciones locales con especial ánimo de reválida o revancha, y se agitó ante el vaivén de porcentajes y concejales a medida que avanzaba el escrutinio (ese término que sólo emplean Cervantes y los analistas electorales). Seguro que en las sedes de los diferentes partidos hubo pasión a raudales durante todo el recuento, pero sólo en algunas se consumó la fiesta. Desde aquí las gracias a los políticos que continúan, empiezan o terminan; la política municipal sí que es una pasión diaria. Pero puede que todo lo anterior no le importase tanto, y que usted estuviera en las arenas de La Rocina, contando los minutos hasta que dieron las 2:56 de la madrugada almonteña, porque El Rocío tiene cronología propia, momento en el que se produjo el salto de la reja y dio inicio la procesión de la Virgen. Un summum en la aldea otro Pentecostés.

El caso es que son pasiones, pasiones necesarias, pero, como tales, efímeras. Aún queda una final por disputar, y el sentimiento blanquiazul se mantendrá la temporada próxima en la categoría que sea. Dentro de cuatro años habrá otras municipales y, si nos hemos quedado con ganas de más ejercicio democrático, el 23 de julio tendremos elecciones generales. Y los buenos rocieros seguirán venerando cada día a su pastora, además de marcar el lunes 20 de mayo de 2024 en sus calendarios. Porque la pasión se desvanece, pero el amor prosigue.

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