Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Los expertos decían que en 2018 el ebook iba a vencer al libro en papel. Ocurrió hace diez años en la Feria de Fráncfort, posiblemente uno de los mayores eventos editoriales del mundo. En el año 2008, una gran encuesta realizada a más de mil editores de treinta países dio origen al informe El libro digital ganará al papel en 10 años. Y no ha ocurrido esa predicción. Como toda predicción suele ser errónea, esta no se ha quedado atrás. Pero el libro físico tampoco crece. Dice Charlie Redmayne, consejero delegado Harper Collins en Inglaterra: "Hemos frenado la caída del libro físico y hasta hemos visto su ligero crecimiento en los dos últimos años, pero ha respondido más a ciertas publicaciones excepcionales".
No, el ebook no ha vencido al papel, y no lo vencerá nunca. Aunque tampoco haya crecido la venta del libro físico. Sobre todo, porque no se lee, y da igual que hablemos de dispositivos digitales o de libro físico, en papel, con textura, con olor. No se lee, o se lee poco. Un ejemplo. Hoy en el metro me acompañaban en el vagón unas treinta personas. De esas treinta personas más de veinticinco andaban con el móvil. WhatsApp por aquí, redes sociales por allá, incluso alguno se atrevió a hacerse un selfie. La generación del postureo y de la comunicación impersonal. Estamos en época del vacío.
Subes en el ascensor con cuatro personas y dos de ellas con el móvil entre las manos, WhatsApp por aquí, redes sociales por allá. ¿Dónde están los libros? Pues en las librerías, en las bibliotecas, algunos adornando la estantería de una casa, que eso vende ante tus amigos. Y poco más, no suele haber mucho más. Es sorprendente encontrar a algún joven con un libro entre las manos, existen, claro que existen, y como existen los hay, pero no es lo habitual.
Alberto Olmos publicaba ayer en El Confidencial una noticia que titulaba de manera llamativa "Nueva normativa: para escribir un libro, tendrás que haber leído antes 1.500". Mucho para decir que no se lee y, en cambio, se publica mucho. Olmos, nos pone un ejemplo claro: caso aparte es el del futbolista Antonio Cassano. Tras la publicación de su segundo libro (que obviamente solo firmaba como suyo), tuvo la gracia y el cuajo de decir: "Ya he escrito más libros de los que he leído". Lo que nosotros pensamos al respecto es que 9 de cada 10 libros que se publican en España son basura, pero no basura literaria, tan solo basura. Pero este es otro tema que dejaremos para otro día. Hoy no tenemos ganas de hablar de basura. Huele mal.
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